La influyente multinacional discográfica alemana de música clásica Deutsche Grammophon acaba de editar por estas fiestas un disco de la joven violinista madrileña Leticia Moreno dedicado íntegramente a temas de Astor Piazzolla, con la London Philarmonic Orchestra dirigida por Andrés Orozco-Estrada. Como piazzollero viejo me he apresurado a escucharlo con calma. No me ha gustado mucho. Los grandes temas clásicos del renovador autor argentino parecen excesivamente limados, desbravados, sin el mordiente arrabalero que les caracteriza. Las partes de guitarra han sido transcritas para harpa, tal vez para hacerlo más mimoso, más navideño. Astor Piazzolla era bandoneonista y en este disco el bandoneón, a cargo de Pablo Mainetti, luce poco. El piano del joven argentino José Gallardo acompaña tímidamente a la solista, igual que el contrabajo de Jan Saksala. La música de Piazzolla es una de las mejores expresiones que la Argentina moderna ha dado al mundo, es bueno recordarlo con cualquier ocasión. Fue una bocanada de aire fresco, el revulsivo que
necesitaba el tango para librarse del anclaje en una época. La calidad de la producción (por encima de de 400 títulos) del autor de “Cuatro estaciones porteñas” o “Adiós Nonino” le ha convertido en el compositor latinoamericano más interpretado en el mundo, después de brasileño Antonio Carlos Jobim.
necesitaba el tango para librarse del anclaje en una época. La calidad de la producción (por encima de de 400 títulos) del autor de “Cuatro estaciones porteñas” o “Adiós Nonino” le ha convertido en el compositor latinoamericano más interpretado en el mundo, después de brasileño Antonio Carlos Jobim.
Hace tiempo que se producen incursiones de los temas de Piazzolla en grupos y orquestas de música clásica, dado que el nombre del compositor es un atractivo internacional consolidado. Daniel Barenboim protagonizó al piano en 1996 el magnífico CD de tangos clásicos “Mi Buenos Aires querido”, brillantemente acompañado por Rodolfo Mederos al bandoneón y Héctor Console al contrabajo. El violinista letón Gidon Kremer y su orquesta Kremmerata Baltica abrieron el año 2000 el hoy concurrido camino de las “Ocho estaciones”, juntado las cuatro de Vivaldi con las de Piazzola en un impecable disco.
En Barcelona, calificada en alguna época de “tercera patria del tango” después del binomio Buenos Aires/Montevideo y París, tenemos excelentes intérpretes. Sin salir del terreno del violín solista, Pere Bardagí se prodiga muy poco en los temas de Piazzolla que toca como los ángeles, del mismo modo que Olvido Lanza. No graban para Deutsche Grammophon. Peor aun, diría que no graban para ningún sello.
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