Napoleón Bonaparte estuvo a punto de dominar Europa, pero fue derrotado en Waterloo por los aliados anglo-prusianos, quienes redibujaron el mapa de influencias en el Congreso de Viena de 1815. España también fue ocupada por Napoleón, sin embargo en aquel congreso no le tocó nada, se vio destinada por las grandes potencias europeas al atraso y al exotismo meridional. Este cliché haría furor en todo el mundo las décadas siguientes, casi hasta hoy. En 1840 el autor francés Téophile Gautier publicó su tópico Voyage en Espagne. En 1845 Prosper Mérimée editó la novela Carmen, convertida en ópera por el compositor Georges Bizet para rematar la visión castiza y estereotípica, la construcción de una imagen de cromo. La boda el año 1853 en París de la noble dama granadina Eugenia de Montijo con el futuro emperador Napoleón III añadió aun algo más de colorete a la opereta española en Europa. Cuando los liberales españoles reclamaron una monarquía constitucional o incluso una república, las potencias europeas jugaron a favor del monarca Borbón por interés en una España débil, anquilosada, subordinada, marginada del reparto geoestratégico del Congreso de
Viena. Aquella situación de hecho se prolongaría.
Viena. Aquella situación de hecho se prolongaría.
En este contexto nació la leyenda internacional de la atractiva, fogosa, temperamental, irresistible, manipuladora, aprovechada e ingrata andaluza. La mítica Carmen era un papel inventado por Merimée, pero la no menos mítica Lola era bien real, aunque la célebre bailarina Lola Montes fuese en realidad irlandesa y hubiese falsificado su pasado para corresponder al cromo que encarnaba.
La vida de Lola Montes ha sido llevada repetidamente al cine y a la novela, tanto en versión internacional por el director Max Ophüls en 1955 (Lola Montez, interpretada por Martine Carol) como en versión autóctona en 1962 por Alfonso Balcázar (La bella Lola, Sara Montiel). El legendario Ángel azul, dirigida por Joseph von Sternberg en 1930, ya era un homenaje explícito al mito de Lola Montes a través de Marlene Dietrich.
En cuanto a “La bella Lola” de la habanera que hace tremolar tantos pañuelos blancos en las cantadas de cada verano a lo largo de la costa catalana, procede de aquella película de Sara Montiel, con banda sonora del maestro Juan Solano Pedrero.
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