La vertiente norte del Pirineo suele ser un gran desconocida para los catalanes de este lado de la frontera implantada en 1659. La ignorancia se aplica incluso al segmento más accesible de la sierra de La Albera, entre Portbou y El Pertús. La frontera terrestre más transitada de Europa oculta en un corto radio de 5 o 6 kilómetros de distancia secretos interiores que solamente lo son por la falta de interés general en apartarse un poquito de la ruta principal. Mi libro de 1984 El Pirineu, frontera i porta de Catalunya reveló algunas de esas sorpresas, acompañado por las fotos de Jordi Gumí. Por ejemplo, la próspera cría de perros
mastines del Pirineo por parte de la pequeña comunidad de monjas eremitas de María en el municipio de Sant Joan de l’Albera, muy cerca del transitado Pertús. Es un convento original, instalado desde 1943 en un conjunto de pequeñas masías, no en un edificio histórico.
mastines del Pirineo por parte de la pequeña comunidad de monjas eremitas de María en el municipio de Sant Joan de l’Albera, muy cerca del transitado Pertús. Es un convento original, instalado desde 1943 en un conjunto de pequeñas masías, no en un edificio histórico.
El hecho de ser eremitas y vivir en régimen de semiclausura no les impide acoger amablemente a los visitantes, sobre todo cuando afluían para la compra de cachorros de mastín. Al visitarlas para mi libro, todavía eran 9 monjas y convivían con una media de 8 mastines machos de reproducción.
Los clientes se sacaban de las manos a los cachorros de la cotizada raza. Las monjas se dedicaban a la cría desde 1965, aunque la abandonaron en 2015 porque se han hecho mayores y la demanda de una raza de las dimensiones del mastín ha bajado. Ahora se limitan a confituras, cirios, encajes, bolsitas de lavanda y otras artesanías de pequeño formato.
A la entrada del recinto monástico se halla una cruz metálica que llama la atención y provoca desconcierto, por la sensación de haberla visto antes en algún otro lugar que concuerda poco con este. En efecto, se trata de la cruz original de la cima del Canigó. Fue instalada sin autorización oficial en el pico el año 1943, durante la ocupación alemana de la Segunda Guerra Mundial, junto a la mesa de orientación del Instituto Geográfico Nacional de Francia.
Los empleados de dicho organismo la retiraron en 1960. Al año siguiente fue colocada otra con el mismo diseño y dimensiones todavía superiores. Por la cima del Canigó transitan cada año unas 25..000 personas que se sacan la foto al pie de la cruz metálica, habitualmente engalanada por toda clase de banderas y gallardetes.
La primera cruz metálica que presidió la cumbre del Canigó de 1943 a 1960 se encuentra ahora a la entrada del convento de las monjas eremitas de María en el pueblo de Sant Joan de l’Albera. Tan solo es un pueblo escondido porque a la mayoría de transeúntes del Pertús no se les ocurre desviarse. Se equivocan, ellos se lo pierden.
Post-scriptum. A raíz de este artículo me comunica Carles Sarrat, buen conecedor de aquella comarca, que ahora solo quedan cuatro monjas, una de ellas (sud)catalana. El monasterio se está integranndo en la congregació de otro orden, las Sors de Belén. Se instalarán 5 o 6 monjas más.
Post-scriptum. A raíz de este artículo me comunica Carles Sarrat, buen conecedor de aquella comarca, que ahora solo quedan cuatro monjas, una de ellas (sud)catalana. El monasterio se está integranndo en la congregació de otro orden, las Sors de Belén. Se instalarán 5 o 6 monjas más.
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