Joan Castelló Escudé es el autor de la frase legendaria que da título a este artículo, publicado inicialmente en mi blog el 10 de mayo de 2013. Ayer Castelló se encontraba sentado en primera fila de la concurrida presentación por parte de Jordi Casas Bedós en la librería barcelonesa Bernat del libro-cd de Ricard Balil Recull d’havaneres i cançons de taverna de l’Empordà. Para evocar el paisaje humano del que deriva este libro-cd, el presentador tuvo la gentileza de recordar la frase y el artículo. Los publico de nuevo en reconocimiento de la labor realizada por Ricard Balil (en la foto con camisa blanca desabrochada, años atrás). También lo hago por el rato que nos permitió revivir ayer con la guitarra,
acompañado por las voces de su mujer Isabel Muiños Gallart y su hijo menor Ricard Balil Muiños.
acompañado por las voces de su mujer Isabel Muiños Gallart y su hijo menor Ricard Balil Muiños.
En mi artículo de 2013 decía, y lo sostengo de nuevo, que en las playas de Palafrugell conocí a viejos cantores devorados por la pasión permanente de entonar "unas cuantas" a la primera ocasión, durante horas y horas, como un pozo inagotable. Ellos me hicieron entender que la etiqueta de "habaneras" era reciente y postiza. Se trataba de cantar en grupo y cantaban de todo, con preferencia por temas de moda, valsecitos, baladas, romanzas zarzueleras, boleros, rancheras, tangos, polcas, mazurcas, sardanas o incluso alguna habanera.
En la foto adjunta se ve a Tito Jiménez, al abuelo Mèlio medio oculto en el ángulo superior, Josep Bastons a la guitarra, Franciscu Rovira, Ricard Balil y yo. Emeri Vicens Climent, el abuelo Mèlio, nos dejó en 1993. Franciscu Rovira Gelpí el 4 de septiembre de 2003. Tito Jiménez Pujadas poco después.
Ahora los viejos somos nosotros, que entonces les escuchábamos con condescendencia y hoy echamos de menos su estilo espontáneo aunque nada improvisado. Ahora intentamos honrar todo aquello que escuchamos. Como dice Joan Castelló Escudé a guisa de sentencia, eso tan solo lo entendemos quienes conocimos a Boris.
Los sábados por la tarde nos reuníamos en el bar de Can Batlle de Calella de Palafrugell un grupo desorganizado, dentro del cual solamente dos o tres personas eren irremplazables. En primer lugar, la hospitalidad de Joan y Tomàs Palet Ponsatí, que nos dejaban ocupar el céntrico establecimiento a cambio de nuestras libaciones.
La cantada no arrancaba si no comparecía Josep Bastons. Con la guitarra y la benévola autoridad de su dirección musical, era la pieza indispensable. A veces se presentaba Ricard Balil y entonces la guitarra podía cambiar de manos sin perder fuelle.
Las habaneras nunca fueron un género específico en aquellas cantadas. Bautizarlas con ese nombre fue iniciativa de los recuperadores del estilo en extinción en Calella de Palafrugell, a raíz de la publicación de su libro recopilatorio de 1966 y la organización de la cantada pública que se desprendió de ello. Fueron los primeros en imponer la evidencia –coercitivamente, si era preciso— de que los géneros de música popular no equivalen por fuerza a un sálvese quien pueda ni a la vulgaridad.
El boom de la habanera tuvo el epicentro en Calella de Palafrugell, lo que eclipsó en exceso la presencia del género en otras localidades. En Cadaqués el abuelo Ramon Planells (fallecido en 2003 a los 101 años de edad) las interpretaba desde 1946 con el grupo Cap de Creus. En La Escala el compositor de sardanas Josep Vicens i Juli, el abuelo Xaxu, acompañaba a la guitarra las voces de taberna de Jaume Esquelleta, Berto Refredillo (Albert Nicolau) y Lill (Damià Bonhome).
En Begur destacaban Lluís Maneras y Tuixa (Alejandro Ferrer). En Tamariu el mítico trío de Abelardo Ninyo Hermós. En Calella de Palafrugell el trío de Pepet Gilet, Tianet Lladó y Josep Esteba (es Blau).
En Palamós el abuelo Mundu (Raimon Castelló) y el trío Costa Brava de Joaquim Vives Plaja, Joaquim Oliveras y Vicenç Rabasedas (Rosalenc), así como Moisés Regolta o Pere Molla. En Sant Feliu de Guíxols el trío de Miquel Jacomet, Rafael Lecuona y Jordi Riera, igual que Arnald Maymí (es Canari) y su hermano Víctor Maymí, Juanitu Bou (es Currillu), Josep Mont, Frederic Charles, Joaquín del Rosal, Paco Amador o Miquel Solés...
En Cuba los viejos cantantes y músicos del movimiento Buenavista Social Club necesitaron la intervención del músico norteamericano Ry Cooder para relanzarles internacionalmente. Aquí Ricard Balil nos permite revivir con letra, partitura y grabación el estilo de los abuelos. Y a Boris, claro está.
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