Acaba de llegar a las librerías mi nuevo libro Breu història de França explicada als catalans. Influències, friccions i garrotades del veí de dalt, publicado por Arpa Editorial. No pretende ser un panfleto, sino un intento de conocer al vecino y nuestro propio afrancesamiento intermitente, con sus aspectos envidiables, contradictorios o ridículos. El afrancesamiento no es solamente una cuestión subjetiva. El hilo de la historia, los solapamientos de la historia de Francia con la nuestra, dibuja un retrato mucho más elocuente que el vaivén de las modas. El afrancesamiento se alimenta o se desnutre a través de las condiciones de cada época. Con frecuencia deja un poso, ya sea de leyenda o de hechos vividos. A los catalanes la geografía y la historia nos han hecho hispánicos y, al mismo tiempo, vecinos de rellano de los franceses en un juego de contrastes. Ahora que una proporción de catalanes gira la espalda a España, se da cuenta de que nuestro único vecino a escala internacional es Francia, la ilusión o la desilusión de Francia. Con un prólogo escrito por Josep M. Brjcall, el libro está estructurado en cinco capítulos: "Si el tamborero del Bruc se hubiese tocado otra cosa", "Napoleón aun se toma por Napoleón", "La neurona bloqueada del centralismo", "La manía de las fronteras naturales" y, finalmente, "La Catalunya francesa y la afrancesada".
En mi casa, de pequeño, oía decir a mis padres: “Si el tamborero del Bruc se hubiese tocado otra cosa en lugar del tambor, ahora seríamos franceses”. La intención de sus palabras no dejaba duda, lo decían con un claro sentido de oportunidad perdida.
En mi casa, de pequeño, oía decir a mis padres: “Si el tamborero del Bruc se hubiese tocado otra cosa en lugar del tambor, ahora seríamos franceses”. La intención de sus palabras no dejaba duda, lo decían con un claro sentido de oportunidad perdida.
No eran afrancesados por ninguna clase de destilación ideológica, sino por simple inclinación natural. La dictadura franquista ponía de relieve que Francia era un país más avanzado, de modo que el afrancesamiento sentimental representaba una reacción espontánea.
Francia es el vecino inmediato de Catalunya y su primer mercado exterior. Una parte del territorio catalán se encuentra en Francia desde el Tratado de los Pirineos de 1659. No siempre es fácil llegar a un acuerdo con el vecino, menos aun a un entendimiento. A menudo se guardan las formas de urbanidad, de la indiferencia o del desconocimiento mutuo a pesar de la proximidad. Los prejuicios, igual que la energía, no se crean ni se destruyen, solo se transforman.
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