Se acaba de estrenar aquí Zama, que el próximo 3 de febrero será una de las candidatas al Goya a mejor película iberoamericana. Ha contado con un elevado presupuesto y se ha rodado en el norte argentino fronterizo con Paraguay. La directora Lucrecia Martel dice que leyó la novela en que se basa el film mientras remontaba el caudaloso río Paraná con dos amigas y que allí encontró la clave cinematográfica. Relata la larga e inútil espera en los confines del imperio del
funcionario colonial español Diego de Zama, pendiente de regresar a la metrópoli.
funcionario colonial español Diego de Zama, pendiente de regresar a la metrópoli.
Una de las veces que viajé a Mendoza, ciudad natal del novelista Antonio di Benedetto, quise comprar una edición local de su gran novela Zama (allí pronuncian Sama). Tuve suerte en una librería de segunda mano y guardo el ejemplar como pieza de valor.
Lleva un prólogo del también novelista Juan José Saer, otro gran referente de la narrativa argentina de aquella generación, en que apunta que Zama constituye con toda probabilidad la gran novela de América. Es exactamente el mismo calificativo que usó el año pasado el Nobel sudafricano J.M. Coetzee al reseñar la traducción al inglés en la New York Review of Books.
Todavía me pareció más sorprendente que el suplemento cultural Babelia del diario El País dedicase también el año pasado una doble página al olvidado autor de Zama, bajo el título “La hora de Antonio di Benedetto”. La incógnita se despejaba al final, al anunciar que la adaptación al cine estaba cofinanciada por la productora de Pedro Almodóvar.
La gran novela de Benedetto se publicó en 1956 y pasó desapercibida. El escritor fue detenido en 1976 en su puesto de trabajo de subdirector del diario Los Andes en Mendoza, encarcelado sin juicio durante año y medio y torturado por la dictadura militar. A continuación malvivió seis años en Madrid, sin ninguna notoriedad dentro del boom literario latinoamericano, pese a protagonizar en TVE una de las entrevistas “A fondo” de Joaquín Soler Serrano el domingo 17 de septiembre de 1978.
Tanto Benedetto como Saer representan la literatura argentina del interior, uno de Mendoza, el otro de Santa Fe. La directora Lucrecia Martel es de Salta, otro foco de aquel vasto interior. La cosmópolis de Ahora la película goza de la promoción que no tuvo la novela. Los influyentes
padrinos del film y los corifeos habituales quieren situarlo en línea con la genialidad metafórica y laberíntica de Kafka o de Borges. No es la gran película de América, solo la adaptación libre a la pantalla de la gran novela de América que yo, no sé por qué, sigo llamando Sama.
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