El simple anuncio de que el actual gobierno está estudiando una mínima subida del IRPF a las rentas más altas que afectaría al 0,46% de los declarantes ha levantado una polvareda incomprensible en contra, incluida la negativa del PdeCat a votar la eventual reforma. Los impuestos son la herramienta básica, la principal garantía y casi el único instrumento del Estado democrático para la redistribución de la riqueza y la disminución en alguna medida de las desigualdades, siempre que se apliquen también a los ricos. Lo impopular no deberían de ser los impuestos por sí mismos, sino la pésima y engañosa distribución de la carga fiscal entre las rentas bajas y las élites
económicas especializadas en “ingeniería fiscal”, evasión de obligaciones tributarias y delitos de guante blanco.
económicas especializadas en “ingeniería fiscal”, evasión de obligaciones tributarias y delitos de guante blanco.
Resulta elemental que, en lugar de los recortes sociales, urge reformar la fiscalidad para que sea un poco más progresiva y no regresiva como hasta ahora. La estructura tributaria tendría que ser la niña de los ojos del sistema democrático, su sector más transparente y cuidadoso, aunque sea visto con frecuencia y con razón como el más injusto.
Los impuestos adolecen de una mala imagen histórica entre las clases trabajadoras porque el sistema fiscal ha sido a menudo indecente. Ha invertido los términos entre la fiscalidad patrimonial y la laboral, de modo que graba más el trabajo que el patrimonio, tasa más el dinero trabajado que las plusvalías del dinero acumulado, heredado o evadido.
Es evidente que la manera de recaudar más no es tan solo a través de impuestos directos, sino mediante la lucha contra la evasión fiscal y la telaraña de deducciones y exenciones introducidas a favor de las rentas más altas por la presión de los lobbies, aconsejados por bufetes de abogados y asesores de inversiones largamente especializados en evasión legal o ilegal.
Todavía es más evidente que la tímida subida de impuestos al 0,4% de los contribuyentes más ricos, en estudio por parte del actual gobierno, debería levantar una ovación más que la oposición manifestada por el PdeCat y otros.
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