Pilar del Río, viuda y legataria del novelista portugués José Saramago, acaba de pasar por los cursos de verano de la Universidad Menéndez y Pelayo donde anunció que el 18 de octubre, día del vigésimo aniversario de la concesión de su premio Nobel de Literatura, se publicará el libro del periodista brasileño Ricardo Viel Un país levantado en alegría sobre aquellas fechas, que el interesado encajó de forma mucho más sobria con solo tres líneas en el dietario El cuaderno del año del Nobel, que verá la luz por primera vez una semana antes. Siempre he pensado que el
auténtico premio Nobel que le tocó a José Saramago no fue el de la Academia sueca, sino conocer dos años antes a la joven periodista de TVE y traductora Pilar del Río, con quien se casó y convivió los veintidós años que le quedaban. Fue la época de su triunfo. Decía que Pilar le daba ideas para la vida.
auténtico premio Nobel que le tocó a José Saramago no fue el de la Academia sueca, sino conocer dos años antes a la joven periodista de TVE y traductora Pilar del Río, con quien se casó y convivió los veintidós años que le quedaban. Fue la época de su triunfo. Decía que Pilar le daba ideas para la vida.
Saramago obtuvo el éxito tarde, en el último tramo de una trayectoria cargada de incertidumbres y derrotas. El nueva arranque se confirmó en 1984 con la novela El año de la muerte de Ricardo Reis. Su primer éxito le llegó a los 62 años. Al año siguiente conoció a Pilar del Río. Después de su muerte, ella impulsó la aparición de la novela inédita Claraboya y la Fundación Saramago en Lisboa.
En 2010 se estrenó en cines el documental José y Pilar, del realizador Miguel Gonçalves Mendes. La “novela” llevada a la pantalla era su propia vida en aquella etapa culminante. Se basó en cuatro años filmados y resumidos de la vida cotidiana de trabajo, reflexión y placer junto a su compañera, durante los que escribió El viaje del elefante, se desplazó por todo el mundo para atender compromisos y regresó a la casa de Lanzarote.
Era una historia de amor romántica, emotiva y real, tres calificativos a menudo desconsiderados. También era la historia de una tarea creativa en curso, un tramo de vida compartido y una mujer capaz de inyectar calidez y entusiasmo a un hombre hasta entonces mucho más melancólico. José Saramago declaró, con el acierto de su lubricada prosa y el orgullo de proclamar una evidencia: “Si hubiese muerto antes de conocer a Pilar a los 65 años, habría muerto mucho más viejo de lo que seré cuando me llegue la hora”.
Murió en la casa que la pareja se hizo construir en Lanzarote el 18 de junio de 2010. Nueve meses después, Pilar del Río la abrió al público como memorial del escritor. La he visitado con la sensación de que esta clase de casas en esta clase de lugares solo cobran sentido cuando derivan de una pareja enamorada con ganas de construir una convivencia. Y que el verdadero premio Nobel de Saramago fue conocer a Pilar del Río.
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