5 sept 2018

Ser escritor en catalán es mal asunto, diga lo que diga la Semana del Libro

A partir de este viernes la Semana del Libro en Catalán celebra su 36 edición en la plaza de la Catedral barcelonesa y "mostrará de nuevo la riqueza y diversidad de la edición en catalán y su potencia industrial", afirma el web oficial del certamen con mucho triunfalismo. Ser escritor que publica libros es un oficio al que la sociedad otorga un prestigio de concepto, como a los cirujanos o los cardenales de la curia, por encima de los fontaneros o los camareros, aunque en realidad ese rango genérico resulte engañoso. Un amigo que ha prosperado en el ramo de la representación comercial me preguntó con curiosidad a
raíz de la publicación de mi último libro qué cobraba como autor.
Le dije que, en el mejor de los casos, me abonaban el 10% del precio de los ejemplares vendidos y que el resto iba a editor, distribuidor y librero, con el inconveniente añadido de que las ventas en catalán son inferiores a las de otros idiomas de público más amplio. No se lo podía creer, me lo hizo repetir con detalle y le siguió pareciendo curiosísimo, por no decir escandaloso y mísero. Su mirada incrédula se fue tornando compasiva. 
Llevo cuarenta años escribiendo y publicando libros con regularidad y la norma siempre ha sido esa, en el mejor de los casos, sin variaciones. He conocido a editores, distribuidores y libreros que se han dejado los dientes, pero también a muchos que se han ganado la vida por encima de lo logrado por los autores. Ni siquiera los escritores en catalán más vendidos viven de sus libros, sino de la colaboración con grandes medios de comunicación. 
El presupuesto del departamento de Cultura de la Generalitat no alcanza el 0,8% del total, pese a que en la mayoría de países europeos gira alrededor del 2%. Las partidas de apoyo y reconocimiento a la creación literaria y fomento de la lectura han sido de las más recortadas. En la gran capital editorial que es Barcelona, los libros tienen una presencia mínima en los medios de comunicación públicos. Las bibliotecas también han visto recortados los fondos para adquisición de libros. 
La Institución de las Letras Catalanas ha pasado de un presupuesto anual de 5 millones de euros a 1 millón, aunque su directora se haya convertido en consellera de Cultura. La Asociación de Escritores en Lengua Catalana reúne alrededor de un 10% de los escritores profesionales, según la nueva entidad Escrivim. 
Un estudio reciente apunta que solo el 8% de los actores de teatro en Catalunya pueden vivir económicamente de la profesión. En el caso de los escritores en catalán, la cifra se reduce a cero. Nos subvencionamos a nosotros mismos la vocación en régimen de autoexplotación. “Los escritores de verdad solo interesan para actuar de pajes de la gran cabalgata nacional”, escribió Antoni Puigverd raíz del último día de Sant Jordi (La Vanguardia, 23-4-2018).
Por lo que respecta a las editoriales, “el margen de riesgo en la publicación es cero. Culturalmente estamos en el Tercer Mundo. Tenemos un mercado bilingüe y somos pocos, incultos y bilingües. Vivimos en una película de serie B”, señalaba Vicenç Pagès Jordà en el número 1 de la revista Encesa literària
Al intentar resumir esta situación al amigo que ha prosperado en el ramo de la representación comercial, no se lo podía creer y sus ojos se iban agrandando a medida que se lo exponía. La situación es esa: seca, áspera y abrupta. Los limones, cuando maduran, siguen siendo ácidos. Deseadamente ácidos.

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