El malentendido de partida consiste en creer que iniciamos el año 2019, cuando en realidad sumamos 4.500 millones de años. El actual calendario gregoriano lo implantó el papa Gregorio XIII en 1582 para sustituir al pagano calendario juliano, dictado por el emperador Julio César el año 46 aC. Tuvo la virtud de simplificar las cosas a fuerza de acortarlas, pero también se dejó muchas otras por el camino, como si no fuesen más que una nebulosa todos los años “aC” (antes de Cristo), infinitamente más numerosos que los 2019 “dC” (después de Cristo). En realidad la nebulosa empezó a aclararse hace aquellos 4.500 millones de años, cuando
una nube de polvo y gas originada por el sistema solar se solidificó para dar lugar al planeta Tierra.
una nube de polvo y gas originada por el sistema solar se solidificó para dar lugar al planeta Tierra.
Las primeras células vivas con núcleo, origen de la vida en este planeta, tienen 2.700 millones de años. Los primeros organismos unicelulares (siempre subacuáticos o flotantes) tardaron mucho en dar lugar a organismos algo más complejos como medusas, esponjas y corales, antes de los primeros vertebrados. Los primeros bichos tienen 700 millones de años, los primeros vertebrados 500 millones, los primeros mamíferos 200 millones, los primeros homínidos apenas 4,5 millones, los primeros humanos 2,5 millones y los primeros Homo sapiens como nosotros 150.000 años.
Estos 150.000 años de los humanos pensantes ocuparon una lenta evolución de una especie que se ha impuesto a todas las demás, para bien y para mal. Entre 150.000 años y apenas 2019 hay un gran lapso de tiempo de la humanidad, a lo largo del cual la violencia y la civilización se han confrontado de forma continua. Todavía lo hacen hoy, a mayor escala que nunca.
Reconocer que nos hallamos en realidad en el año 152.019 tal vez complicaría algunas cosas, pero también aclararía muchas otras sobre la actual situación desastrosa de los equilibrios que han modelado la evolución biológica del planeta de los humanos.
Reconocer que nos hallamos en realidad en el año 152.019 tal vez complicaría algunas cosas, pero también aclararía muchas otras sobre la actual situación desastrosa de los equilibrios que han modelado la evolución biológica del planeta de los humanos.
En el libro colectivo La historia más bella del hombre. Cómo la Tierra se hizo humana (Ed. Anagrama, 1999), el genetista André Langaney opina: “¿Qué significa progreso? Si razonamos en términos de genética, las algas y las mariposas han desarrollado más ADN que nosotros. Si se trata de la masa alcanzada por una especie, entonces los gusanos han tenido más éxito que los humanos”.
Tan solo en un aspecto de toda la evolución se produce un acuerdo unánime. El uso que los humanos hemos hecho de la inteligencia presenta un balance destructivo capaz de poner en peligro la subsistencia de todo el planeta, una vez llegado a sus 4.500 millones de años de edad y solamente a los 152.019 años de dominio de nuestra especie. Creer que iniciamos apenas el año 2019 de la historia es una disimulación de conveniencia, una forma de esconder el huevo.
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