Cuando una amable redactora de la editorial RBA que publicó en 2008 el libro De Carlos Gardel al tango electrónico escribió el resumen de la obra que figura en la contraportada, definió mi trabajo como una “tangografía”. Me convirtió en algo tan horroroso como un “tangógrafo” a raíz de aquel cuarto libro (no sería el último) sobre historia del tango y más en particular del tango en Cataluña y España. Lo he sido en unas épocas más que otras, la vida fluctúa. En una ocasión la cantante argentina de tangos Elba Picó, residente en Barcelona, me pidió que escribiese unas palabras en la carátula de uno de sus discos. Dije que el tango es sobre todo un baile que ha demostrado capacidad de relevo generacional y de saltos continentales, una música en constante evolución, una poética, una historia y el reflejo de una actitud ante la vida, todo ello facilitado por la irradiación de una cosmópolis de 14 millones de habitantes como Buenos Aires y una proyección internacional que genera actualmente milongas de tango cada semana del año en Barcelona y muchas ciudades europeas, americanas y japonesas (el próximo 31 de enero la milonga de los
jueves en los salones de la Casa de Valencia de Barcelona celebra su vigésimo aniversario).
jueves en los salones de la Casa de Valencia de Barcelona celebra su vigésimo aniversario).
Elba Picó me pidió otro texto para un siguiente disco. Entonces precisé: “Elba Picó y Jorge Sarraute personalizan desde hace largos años en Barcelona el mejor tango argentino de hoy crecido en la diáspora. Elba Picó y Jorge Sarraute no son el tango de Barcelona, son el mejor tango de ambas orillas del Atlántico”.
Más adelante, en la carátula de un disco de tangos de la cantante Sandra Rehder, acompañada por Pablo Mainetti al bandoneón y César Angeleri a la guitarra, leí una dedicatoria que no sé si entendí bien: “Dedico este disco a Xavier Febrés, por enseñarme tanto, por el amor y el incansable entusiasmo que contagia las ganas de hacer, de aprender más en este viaje de vivir y amar al tango, parafraseándole, con la intensidad de una fe probada”.
Conservo en casa una reducida colección de 200 libros sobre tango, además de los discos. Algunos días todavía escucho a Gardel, Troilo, Pugliese, Piazzolla, Salgán, el “Polaco” Goyeneche o el “Chino” Laborde. Otros días me pongo folklore argentino, clásico o actual, y compruebo que contiene tanta creatividad y belleza como el tango.
La cantante Nelly Omar (dicen que Homero Manzi escribió para ella el celebradísimo tango “Malena”) festejó en 2011 sus 100 años de vida cantando ante una multitud en el mítico escenario del Luna Park de Buenos Aires, donde yo había escuchado en persona a leyendas vivas del género como Alfredo de Angelis o Alberto del Castillo. Aquel día del concierto de su centenario Nelly Omar declaró: “Me gustaría volver a enamorarme”. Murió en Buenos Aires en 2013, a los 102 años.
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