3 jun 2019

Declaración de amor comprensible al aeropuerto de Basilea

Me gustaría instalar el domicilio, empadronarme, vivir y morir en el aeropuerto de Basilea, el único del mundo que ha logrado pertenecer a la vez a tres Estados limítrofes (Suiza, Francia, Alemania) y sacar un cómodo beneficio de ello. Soy hijo de un país de frontera con continuos problemas de Estado, por defecto o por exceso. Es natural que el ingrávido equilibrio fronterizo alcanzado por el aeropuerto de Basilea me maraville. Oficialmente se llama de Basilea, Mulhouse y Friburgo, sin separación entre las tres palabras. A la llegada se puede optar por salir a cualquiera de los tres países. Se edificó en territorio francés con capital suizo. Una
carretera declarada extraterritorial lo enlaza con Basilea, que es el destino mayoritario.
Si el usuario emprende esa dirección, cruzará al cabo de pocos minutos el Väterchen Rhein, el “padre Rin”, el río más extenso de Europa occidental. Entonces experimentará la segunda sensación de impacto, el segundo desconcierto. Un de los meandros más majestuosos del gigante fluvial lo describe precisamente en el centro urbano de esta ciudad suiza.
Años atrás me enamoré del meandro del río Adige en la ciudad italiana de Verona, que me sigue pareciendo de belleza incomparable, sin discusión posible. Sin embargo el “padre Rin” es otra cosa y se muestra capaz de desafiar los sentimientos previos. Nace en los Alpes suizos, aunque solo es navegable a partir de Basilea hasta el delta holandés.
El Rin ha modelado con fuerza titánica el destino de esta y muchas otras ciudades de su curso. Hoy Basilea (tercera ciudad suiza, después de Zurich y Ginebra), es la sede central de poderosas industrias farmacéuticas, bancarias, culturales. La feria de arte moderno Art Basel se ha convertido en una multinacional que gestiona numerosas otras ferias franquiciadas de la especialidad.
Erasmo de Rotterdam vivió los últimos veinte años y murió en Basilea. De esta ciudad era hijo el historiador del arte Jacob Burckhardt, autor del tratado La civilización del Renacimiento en Italia, la contribución más importante de Basilea a la cultura europea desde Erasmo.
Entre todos los atractivos, me quedo con su aeropuerto. Mis orígenes me han llevado a experimentar con frecuencia a lo largo de la cordillera de los Pirineos la sensación de hallarme con medio cuerpo en un Estado y el otro medio en el Estado de al lado, sin encontrar comodidad en ninguno. El aeropuerto de Basilea triplica el escorzo con un confort desconocido. Al usuario le levantan la camisa igual que en todas partes (el botellín de agua a 4€) y le tratan sin piedad de rebaño humano. Pero yo no quiero ser usuario, sino residente.

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