La reciente noticia sobre cuatro yacimientos iberos en el Penedés y el Garraf con vestigios de semillas de uva del siglo VII a.C. y copas de vino traídas en aquella época remota por navegantes fenicios reafirma que la civilización no comenzó con la colonización romana. Al desembarcar los romanos por primea vez en Iberia a través del puerto griego e Empúries el año218 a.C., los comerciantes griegos ya llevaban cuatro siglos instalados aquí y hacía cinco siglos que los fenicios habían traído el cultivo de la viña, tal como demuestra de nuevo el reciente hallazgo. Los navegantes fenicios diseminaron el vino a lo largo del Mediterráneo, los navegantes griegos el cultivo de la viña y los colonizadores romanos los nuevos mercados. La
secuencia histórica de la viña no empezó con los romanos, aunque ellos la convirtieran en el primer boom de exportación.
secuencia histórica de la viña no empezó con los romanos, aunque ellos la convirtieran en el primer boom de exportación.
En época romana el vino ya llevaba siglos –¡milenios!-- desplegándose por el Mediterráneo, desde el Neolítico, cuando el hombre primitivo transformó una liana salvaje en viña y vinificó por fermentación el jugo de uva. Rastros de componentes del vino como el ácido tártrico se han encontrado en jarras de cerámica fechadas el 7500 a.C., así como semillas de uva fosilizadas. La sedentarización favoreció que la parra salvaje de la Vitis vinífera, aprovechada hata entonces sobre todo como fruta, se convirtiera en plantación de viña (en pérgola o a ras de suelo) en Mesopotamia, Anatolia, el Próximo Oriente, Egipto y, a partir del 3.000 a.C., en Grecia.
Fenicia era la región litoral de la actual Siria, Líbano y Palestina, habitada desde el tercer milenio antes de nuestra era por tribus semitas. Los griegos denominaron aquella región levantina Phoiniké –-de donde deriva Fenicia—y a sus habitantes fenicios o “gente de la púrpura”, por el color rojo púrpura o phoinix del cotizado tinte que inventaron a partir de la cáscara de un crustáceo. Más allá de sus activas ciudades portuarias (Tiro, Sidón, Biblos, Ugarit), los fenicios no consolidaron un país políticamente cohesionado como Egipto, pero aportaron elementos esenciales, como la invención del alfabeto de 22 letras, adoptado por los griegos y luego por los romanos.
Los navegantes fenicios procedentes de Tiro se instalaron el año 1100 a.C. en Cádiz por el comercio de los metales del sur de Iberia. En la otra orilla fundaron Cartago (actual Túnez) el año 814 a.C. Desde allí empezaron a mercadear por todo el Mediterráneo ibérico, aunque no se instalaron (solo lo hicieron a partir del 654 a.C. en Ibiza, con función más militar que económica).
Los primeros navegantes en radicarse aquí serían los griegos foceos, en Empúries a partir del año 600 a.C., cuatro siglos antes que los romanos. Los iberos ampuritanos aceptaron la presencia de los forasteros griegos en su territorio porque ya conocían aquel tipo de comercio por mar, debido a los contactos anteriores con los fenicios.
El historiador griego Tucídides afirmó el siglo V a.C.: "Los pueblos del Mediterráneo comenzaron a salir de la barbàrie al aprender a cultivar la viña y el olivo". Un poco más hacia acá, Josep Pla escribió: "La vida, la salud, la sensatez son inseparables de una buena, continuada, botella de vino". Aquel vino que nos dieron a probar los fenicios.
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