El 8 de octubre se cumple el centenario del nacimiento de la escritora Teresa Pàmies. Dentro de las conmemoraciones del Año Pàmies, la cantante Celeste Alías ha estrenado el concierto “Cosas de la vida a ritmo de bolero”, con el título del libro que la escritora dedicó en 1993 a recopilar sus comentarios radiofónicos semanales sobre la actualidad, que ella relacionaba con la emisión de un bolero de su elección. La transcripción de la letra de cada bolero corrió a cargo del hijo Sergi Pàmies. El libro consta de un índice por título, autor e intérprete que configura toda una antología de este género musical y literario tan a menudo maltratado por los repartidores de melaza adulterada y a pesar de todo
incorruptible, vibrante y actualísimo. Teresa Pàmies sentenció: “Todo lo que pasa en la vida antes se ha cantado en un bolero”. Su obra literaria es extensa, pero esta frase la condensa a mi entender.
incorruptible, vibrante y actualísimo. Teresa Pàmies sentenció: “Todo lo que pasa en la vida antes se ha cantado en un bolero”. Su obra literaria es extensa, pero esta frase la condensa a mi entender.
Los amantes de los boleros somos uns infelices no porque hablen generalmente de amores contrariados (a eso nos hemos acostumbrado), sino porque la mayoría son interpretados por cantantes que piensan que se trata de un género fácil, las baladas románticas de siempre que solo necesitan una dosis doble de azúcar y languidez para que los oyentes pongan los ojos en blanco. La decadencia del género se convirtió en nueva juventud en 1996 gracias al disco de Tete Montoliu y Mayte Martín “Free boleros” (con un par de tangos incluidos) y algunas películas de Pedro Almodóvar. Los boleros son eso, lo demás solo churros edulcorados.
El bolero es un género de altura irrevocable a la hora de describir en tres o cuatro minutos cómo se articulan los enigmas, los combates, la ternura y la fiereza, la rectitud curvilínea de los sentimientos, algunos lujos del espíritu y la sustancia de aquellos instantes sobresaltados por la intensidad del deseo.
Los viejos racionalistas como yo tenemos dificultades para creer en la resurrección de la carne, en cambio aun creemos en la redención del amor.
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