El activo cronista cultural y escritor perpiñanés Jaume Queralt acaba de morir, a los 79 años. Fuimos colegas en la redacción del diario L’Indépendant y escribimos juntos en 1979 el libro Vous avez la mémoire courte sobre el 40 aniversario de la retirada republicana. El impacto de aquel trabajo, realizado junto con René Grando, soldó una larga amistad entre los tres autores. La gira de presentaciones del libro nos llevó a varios puntos de Francia y Jaume Queralt insistió en desviarnos hasta el pueblo perdido de Barran, cerca de la ciudad d’Auch, en la comarca interior del Gers. Quería que admiráramos el campanario helicoidal único en el mundo, sin embargo él quedó absorto mucho más rato ante la fachada de una casa deshabitada. Por la noche, durante la cena, nos reveló que nació y se crió
ahí, durante los primeros años de exilio de sus padres.
ahí, durante los primeros años de exilio de sus padres.
Estos últimos años yo regresaba a Perpiñán de vez en cuando para salir a caminar con él y hacer los honores a la comida de Maria Queralt en el jardín calmoso de la casa del matrimonio, en el barrio de Saint Assiscle. Conservo en el paladar la última botella compartida de Château de Caladroy. Côtes du Roussillon Villages, Vieilles Vignes 2004.
Nunca sabía dónde me llevaría Jaume, pero estaba seguro que me interesaría. Era uno de los observadores más afinados de la cultura de las tierras catalanas de Francia. Tomé muchas notas mentales o escritas de lo que charlábamos, pero al regresar a mi casa tenía la invariable impresión de que las palabras, las ideas y las posiciones ideológicas no alcanzaban a cobrar más importancia que el hecho de repetir nuestras caminatas dialogantes y las sobremesas en el jardín, amenizadas por la verborrea del papagayo del vecino. Representaban un valor por sí mismas, el destilado de muchos años mirando pasar a la acuarela de la vida y hablando de ella con deleite, sin la pretensión de arreglarla demasiado.
El 1 de mayo de 2011 su esposa le organizó un multitudinario ágape-sorpresa para celebrar el 70 cumpleaños en el amplio restaurante Domaine de Rombeau, de Rivesaltes. Mi libro A tres quarts d’hora de Perpinyà está dedicado a Maria Queralt, por el infinito amor que siempre invirtió en reunirnos. Aquella clase de amor que nunca morirá.
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