Uno de los filósofos más destacados del siglo XX, Walter Benjamin, se suicidó ochenta años atrás tal día como hoy en una pensión de Portbou, huyendo de la Francia ocupada peor sus compatriotas alemanes, de quienes le separaba la condición de judío y demócrata. Había abandonado Alemania desde 1933 por la ascensión del nazismo y residía en París, de donde huyó de París el mismo día de la ocupación de las tropas alemanas. En Marsella obtuvo un visado de entrada a Estados Unidos, un que el documento resolviera el problema del visado de salida de Francia. Emprender el viaje desde el puerto de Marsella se encontraba controlado por los alemanes y prefirió intentarlo por otro itinerario usado por muchos fugitivos judíos: el paso clandestino a pie por el Pirineo catalán, para enlazar con el tren, en Barcelona o Lisboa, con alguna línea marítima transoceánica.
Entró clandestinamente a pie en Portbou el 25 de septiembre. Exhausto, se inscribió en el Hotel de Francia de la localidad. Aquella misma tarde se presentó la policía española en su habitación para informarle que las personas como él que abandonaban Francia sin el visado correspondiente serían devueltas al país de procedencia. La notificación resultó suficiente para que aquella noche decidiera ingerir una sobredosis mortal de la morfina que llevaba en el maletín.
Era entonces un discípulo de la Escuela de Frankfurt que había intentado sin éxito obtener plaza de profesor universitario en Heidelberg y Frankfurt, no el filósofo reconocido que fue más adelante. Durante cuarenta años nadie volvió a hablar de su muerte solitaria en Portbou.
En 1979, con la llegada delos primeros Ayuntamientos democráticos, un grupo de simpatizantes del PSUC colocó a la entrada del cementerio una lápida de mármol que reza lacónicamente: “Walter Benjamin. Filòsof alemany. Berlín 1892-Portbou 1940” (foto adjunta). En 1984 Juan Goytisolo calificó la muerte de Benjamin de “crimen no muy distinto, a fin de cuentas, del ocurrido en Granada”.
En 1988 apareció la traducción castellana de Mi travesía de los Pirineos, de Lisa Fitkko, la resistente alemana residente en Banyuls que guió a Benjamin. Con ocasión del cincuentenario de la muerte y el centenario del nacimiento, se convocaron en 1990 y 1992 seminarios de estudios sobre su obra en Barcelona y Portbou (aun hoy se convoca en Portbou una Escuela de Verano Walter Benjamin, organizada por Pilar Parcerisas, durante un fin de semana de conferencias, recitales y proyecciones).
En 1994 el artista israelí Dani Karavan colocó junto a la entrada del cementerio la escultura memorial Passatges, un túnel metálico que conduce al visitante de la oscuridad hasta la luz del mar. Dani Karavan logró que su amigo arquitecto Norman Foster viajara en 2002 a Portbou para diseñar gratuitamente un anteproyecto de Fundación Internacional Walter Benjamin que debía situarse en el magnífico edificio modernista del antiguo Ayuntamiento. De aquella iniciativa no se habló más. El edificio modernista se halla sumido actualmente en el mismo estado de profunda languidez que la estación ferroviaria que Walter Benjamin no llegó a utilizar.(foto Quim Curbet)
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