21 abr 2021

La periodista Marcelle Padovani con los ojos de la primera vez, hasta hoy

La primera vez que fui a Roma durante la década de los 1970 me impresionaron muchas cosas, pero en especial dos personajes vistos en vivo: el papa por razones obvias de escenografía vaticana y la periodista francesa Marcelle Padovani en los acogedores salones de Stampa Estera, el centro de prensa extranjera donde los corresponsales casi vivían. Ejercía de corresponsal en la capital italiana del semanario Le Nouvel Observateur, que para mi era como otra biblia, y por consiguiente la tenía muy leída antes de conocerla en persona. La figura del papa no admite comparaciones, la de Marcelle Padovani tampoco. Nacida el 1947 de familia corsa, debutó en el semanario L’Express antes de pasar en 1970 a Le Nouvel Observateur con mayores comodidades ideológicas. En seguida arraigó en Roma, donde se casó con el dirigente sindical de poderosa CGIL Bruno Trentin, fallecido en 2007 (en la imagen adjunta junto a su foto). Ha escrito varios libros sobre el país de adopción, en particular sobre Sicilia y la mafia.
Marcelle Padovani aun escribe en L’Obs y aun me gusta leerla. El último número del semanario dedica tres páginas a un artículo suyo sobre el espresso, el café exprés, una institución local entre las más importantes. Dice que los napolitanos son los mayores consumidores, que en Roma operan 16.000 bares y que para algunos italianos la frase “Ci facciamo un caffè?” puede llegar a ser el arranque de un flirteo largamente meditado, además de un símbolo de sociabilidad y una estimulación de los sentidos.
Leerla a ella siempre ha sido otro placer adictivo. Verla discurrir en persona entre las paredes de Stampa Estera con los ojos de la primera vez, una imagen imborrable. Los habituales de la casa carraspean sobre el carácter de la “madame Padovani”, pero a mi me gusta ver las cosas de Roma con los ojos de la primera vez.

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