La brutal reducción anunciada de una tercera parte de la redacción del diario El País ha conmovido especialmente porque se trata de un periódico insignia, pero en realidad corresponde a la tendencia general dentro de una profesión que se está quedando en piel y hueso, mientras las Facultades de Periodismo del conjunto de universidades de España siguen fabricando 3.000 jóvenes licenciados cada año en ciencias de la comunicación de forma engañosa, desligada de la realidad laboral, que solo sirve para engordar la bola de nieve de la sobreformación profesional. Yo me formé
académicamente en una excelente pequeña Escuela de Periodismo no universitaria que representaba una novedad en comparación con la historia de un oficio que siempre se había aprendido en todo el mundo directamente en el trabajo, cuando el carnet oficial de periodista lo daban los colegios profesionales en función de los años de ejercicio certificados, no de la titulación académica. Las primeras universidades del mundo que comenzaron a impartir estudios de periodismo o ciencias de la comunicación se dirigían primordialmente a formar investigadores o teóricos en la materia, no a proveer al mercado laboral del sector. Los últimos años se ha ampliado la brecha entre la oferta académica de titulados en ciencias de la comunicación y la demanda del mercado laboral hasta unos límites que bordean el engaño de aquellos que desean dedicarse a este oficio, invierten sus esfuerzos formativos en ellos, así como los recursos o la inercia del sistema educativo. El periodismo que se enseña en esas Facultades ha dejado prácticamente de existir en el volumen que le siguen suponiendo alegremente.
(En la foto, la Facultad de Periodismo de la Universidad de Santiago de Compostela, del arquitecto Alvaro Siza, inaugurada en 1993).
académicamente en una excelente pequeña Escuela de Periodismo no universitaria que representaba una novedad en comparación con la historia de un oficio que siempre se había aprendido en todo el mundo directamente en el trabajo, cuando el carnet oficial de periodista lo daban los colegios profesionales en función de los años de ejercicio certificados, no de la titulación académica. Las primeras universidades del mundo que comenzaron a impartir estudios de periodismo o ciencias de la comunicación se dirigían primordialmente a formar investigadores o teóricos en la materia, no a proveer al mercado laboral del sector. Los últimos años se ha ampliado la brecha entre la oferta académica de titulados en ciencias de la comunicación y la demanda del mercado laboral hasta unos límites que bordean el engaño de aquellos que desean dedicarse a este oficio, invierten sus esfuerzos formativos en ellos, así como los recursos o la inercia del sistema educativo. El periodismo que se enseña en esas Facultades ha dejado prácticamente de existir en el volumen que le siguen suponiendo alegremente.
(En la foto, la Facultad de Periodismo de la Universidad de Santiago de Compostela, del arquitecto Alvaro Siza, inaugurada en 1993).
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