14 may 2013

El resultado de un fusil Mauser auténtico entre mis manos

Durante la visita al Servicio Histórico del Cuerpo de Mossos de Esquadra y su pequeño museo los responsables han querido tener la gentileza de hacerme empuñar un fusil Mauser auténtico, expuesto como antigua arma de sus agentes. He correspondido a la gentileza sin ningunas ganas y he sostenido educadamente el Mauser durante unos instantes entre mis manos. Me he limitado a sopesarlo. No lo he encajado en mi hombro, no he puesto el dedo en el gatillo, no he probado el cerrojo ni he simulado apuntar con el punto de mira. Únicamente lo he sopesado. He visto en los ojos de mis amables anfitriones que esperaban algún comentario admirado por mi parte y no
se me ha ocurrido absolutamente ninguno. Les he dicho que encontraba que pesaba mucho. Han adivinado inmediatamente que no hice el servicio militar y me han aclarado que se trata de un arma ligera, fiable, segura, el mejor fusil de cerrojo de la historia por su diseño y precisión, prestigiosísimo y utilizadísimo en todo el mundo desde su invención por el alemán Paul Mauser en 1898. Una auténtica joya. Fue el arma mayoritaria de la infantería en la Primera Guerra Mundial, la Guerra Civil española, la Segunda Guerra Mundial y mantuvo largo tiempo su vigencia en la posguerra. He deducido en silencio que el histórico modelo debe haber matado a centenares de miles de personas inocentes de forma fiable y segura.
A la salida de la visita, durante la que he podido contemplar otros documentos y objetos de gran interés, mi impresión dominante seguía siendo la incomodidad del peso de aquel Mauser entre mis manos. La desagradable sensación ha persistido durante horas, hasta imponerme la necesidad de buscar una explicación a mi desasosiego. Creo haberla encontrado. Era la primera vez en mi vida que empuñaba un arma auténtica, en perfecto y comprobado estado.

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