Los nuevos billetes de 5 euros llevan a su izquierda en transparencia (técnicamente en holograma y marca de agua) la efigie de la legendaria diosa griega Europa, que dio nombre al continente, según su representación clásica conservada en una vasija que se expone en el Louvre. La he mirado con atención y me parecido verle una clave oculta. Actualmente la relación de fuerzas favorece a los “virtuosos” países germánicos del norte y el nuevo billete ha sido presentado en sociedad precisamente en Frankfurt por el presidente del Banco
Central Europeo, sin embargo la relación de fuerzas potencial aconseja recuperar algunas cosas esenciales del legado griego, empezando por el valor de la democracia que los atenienses inventaron.
No pretendo que el mundo perdone las deudas griegas ni las nuestras por el hecho de ser griegos o ser nosotros, sino recuperar el arma ideológica de los valores democráticos para combatir la usura y hacer posible el progreso de todos. La globalización nos ha devuelto a la fractura territorial entre países acreedores y deudores, así como a la fractura social entre la minoría que se enriquece y la mayoría que se empobrece. Eso va más allá de una lucha entre el norte industrioso y el sur depauperado.
La famosa oración fúnebre por los soldados atenienses caídos, que Tucídides hace pronunciar al gobernante Pericles en La guerra del Peloponeso, plantea desde veinticinco siglos atrás el carácter conciliable de cuestiones antagónicas en apariencia. Dice Tucídides que la igualdad es conciliable con el prestigio, la libertad con el acatamiento de la ley, el trabajo privado con la atención a la vida pública, el nivel material con el espiritual, el bienestar con los valores, la razón con la acción y –todavía añade—el humanitarismo con el imperio ateniense.
En Europa las grandes corrientes de pensamiento y de poder siempre han oscilado entre el Mediterráneo y el norte. La reforma luterana también fue una negativa germánica a subir al carro del Renacimiento surgido en Italia como reformulación moderna del legado grecolatino. Ahora somos de nuevo un continente marcado por la voluntad alemana de dominio, primero con el militarismo y hoy con la economía. El desenlace de aquel militarismo es bien conocido, el del dominio económico empieza a serlo.
El autoritario país que ha destruido Europa dos veces en un siglo puede hacerlo una tercera, puede repetir con formas distintas el mismo error de costos inhumanos. El dogmatismo luterano, el actual celo mesiánico de la austeridad económica, la obsesión de la disciplina presupuestaria es una filosofía rigorista. En alemán la palabra schuld significa a la vez deuda y también culpa... Los países endeudados somos culpables, hemos pecado, debemos expiarlo, debemos pagar, debemos redimirnos. Los gobiernos hegemónicos no pueden salvar a los ineficientes ciudadanos endeudados, pero salvan al ineficiente sistema bancario con inyecciones de dinero infinitamente más elevadas.
Retomar conciencia del legado clásico equivale a un nuevo humanismo frente al rigorismo, un nuevo renacimiento cultural y social, un deseo de regeneración del viejo invento griego de la democracia. Eso es lo que me ha parecido entrever en la efigie impresa en filigrana de la diosa griega Europa en los nuevos billetes de 5 euros.
0 comentarios:
Publicar un comentario