El president Mas podría verse llevado a adelantar las elecciones autonómicas catalanas al mes de enero o febrero próximos, del mismo modo que el presidente Rajoy las generales al mes de mayo para hacerlas coincidir con las municipales y las autonómicas previstas en 13 comunidades. Incluso si lograsen finalizar sus mandatos y no adelantar la convocatoria a las urnas, nos hallamos en pleno período preelectoral, marcado por la pérdida prevista de la mayoría absoluta
del PP, el ascenso de Podemos a costa del PSOE y un mapa parlamentario catalán modificado. Sin embargo nadie quiere hablar antes del escrutinio de las coaliciones indispensables o deseables para gobernar después de las elecciones. Tratar las coaliciones como un tema reservado exclusivamente al día siguiente de votar es una forma de ocultar las intenciones políticas, de trampear la necesidad de transparencia, de escamotear al elector el destino final de su voto.
del PP, el ascenso de Podemos a costa del PSOE y un mapa parlamentario catalán modificado. Sin embargo nadie quiere hablar antes del escrutinio de las coaliciones indispensables o deseables para gobernar después de las elecciones. Tratar las coaliciones como un tema reservado exclusivamente al día siguiente de votar es una forma de ocultar las intenciones políticas, de trampear la necesidad de transparencia, de escamotear al elector el destino final de su voto.
El hecho se ve especialmente subrayado a todos los niveles de la próxima convocatoria electoral, en que la mayoría de gobierno vendrá dada más que nunca por una suma que ignoramos al votar. Si el PSOE obedece en el conjunto de España a la política de la cancillera Merkel de grosse koalition entre conservadores y social-demócratas, el desplazamiento de los socialistas hacia el centro-derecha tendrá para ellos consecuencias más fatales y duraderas –también más “estables”— que el descenso electoral.
La opción socialista de sumar en dirección al centro-derecha resultaría más delicada todavía en comunidades autónomas como Madrid y Valencia, donde las encuestas prevén que el PSOE sea la fuerza más votada, seguida de cerca por Podemos. La postura anunciada por la corriente interna Izquierda Socialista a favor de una alianza postelectoral del PSOE con Podemos para contribuir a la regeneración política del país es claramente minoritaria, como se puso de manifiesto al enfrentarse recientemente su portavoz José Antonio Pérez Tapias a Pedro Sánchez y Eduardo Madina para la secretaría general.
En Catalunya la suma de votos de las fuerzas políticas soberanistas quedó clara de nuevo en la consulta del 9-N, con un resultado sensiblemente igual a los porcentajes que habían sumado a raíz de las autonómicas anteriores. Por lo tanto también en Catalunya el futuro de gobierno se verá más dominado por el movimiento de coaliciones que por los resultados de cada partido, con la incorporación de recién llegados de peso como Podemos o bien Guanyem por lo que respecta al Ayuntamiento.
Las coaliciones postelectorales decidirán más aun que los votos. Por eso resulta hoy importante que los partidos revelen sus intenciones en este aspecto y que lo hagan antes de las elecciones, no solamente después, de modo que los ciudadanos sepan qué desean escoger. Tal vez sea preciso recordar precisamente ahora que en las autonómicas catalanas de 1999 la negativa de Izquierda Unida a sumarse a la coalición del candidato Pasqual Maragall le restó 44.454 votos (1,42%), lo que determinó la derrota del cambio, un sexto mandato agónico del president Pujol y una posterior victoria tardía de aquel cambio.
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