Uno de los edificios más afortunados del gótico civil catalán es la Lonja de Mar de Perpiñán, en pleno centro urbano, construida entre el siglo XIV y el XVI, cuando la capital rosellonesa (con su puerto real de Collioure) era la segunda ciudad mercantil de Cataluña. El Ayuntamiento perpiñanés tiene la sede en este edificio histórico. El patio de acceso es una joya dentro de la joya, presidido por una tercera obra maestra: la célebre escultura Mediterránea donada por el escultor Arístides Maillol. La presentación en el Salón de Otoño parisino de 1905 de esta obra Mediterránea (para la que sirvió de modelo su joven esposa Clotilde Narcís) le catapultaría internacionalmente como sucesor de Rodin, quien acababa de exponer el año anterior en aquel mismo certamen El pensador. Cuatro años después de la revelación de Maillol en el Salón de Otoño, el autor regaló un ejemplar fundido en bronce de Mediterránea a la ciudad de Perpiñán, con el expreso deseo de que ocupase el centre del patio porticado del edificio del Ayuntamiento. Fue instalada en diciembre de 1911 y ahí se mantiene con todo esplendor. Otra copia en bronce fue colocada con honores en 1923 en los jardines
parisinos de las Tullerías. A la muerte del escultor en 1944, fue enterrado en el viejo cementerio de Banyuls, pero en 1961 los restos fueron trasladados a su taller del valle de Banyuls (actualmente abierto como pequeño museo) y sepultados bajo otro ejemplar del célebre bronce Mediterránea, la más celebrada de sus esculturas monumentales en forma de desnudo femenino, como se contempla todavía en la actualidad.
parisinos de las Tullerías. A la muerte del escultor en 1944, fue enterrado en el viejo cementerio de Banyuls, pero en 1961 los restos fueron trasladados a su taller del valle de Banyuls (actualmente abierto como pequeño museo) y sepultados bajo otro ejemplar del célebre bronce Mediterránea, la más celebrada de sus esculturas monumentales en forma de desnudo femenino, como se contempla todavía en la actualidad.
El ejemplar que preside el patio gótico del Ayuntamiento de Perpiñán goza de la doble majestad del entorno arquitectónico y resulta visible desde la calle, en un punto de paso muy transitado de la ciudad. Con un buen gusto más que discutible, el Ayuntamiento perpiñanés ha tomado por costumbre estos últimos años acicalar a la Mediterránea con guirnaldas navideñas.
Las decoraciones luminosas de bazar chino instaladas las últimas veces suscitaron demasiados comentarios contrarios. Este año el Ayuntamiento ha decidido encargar una decoración floral de autor a un florista de la ciudad. El resultado ha sido igualmente controvertido, porque el error de partida es pretender “decorar” una pieza de esa destacada belleza desnuda, colocada en un entorno arquitectónico inmejorable.
Las decoraciones luminosas de bazar chino instaladas las últimas veces suscitaron demasiados comentarios contrarios. Este año el Ayuntamiento ha decidido encargar una decoración floral de autor a un florista de la ciudad. El resultado ha sido igualmente controvertido, porque el error de partida es pretender “decorar” una pieza de esa destacada belleza desnuda, colocada en un entorno arquitectónico inmejorable.
Arístides Maillol lo dejó claro: "La bauticé Mediterránea, no La Mediterránea, Mediterránea a secas. La idea que tenía al esculpirla era crear una figura joven, pura, luminosa y noble. ¿Acaso no es todo eso el espíritu mediterráneo? Por tal motivo elegí el nombre y quiero que lo conserve" (François Bassères: Maillol mom ami. Ed. de autor, Perpiñán 1979).
El historiador del arte Francesc Fontbona lo ha expresado asimismo con claridad: “Especialmente a partir del 1911, girarse hacia el Mediterráneo para tomar a los griegos –y a los romanos— como modelo fue la fórmula mágica usada por la nueva generación de artistas catalanes. Uno de los primeros en darse cuenta de que el Mediterráneo era la fuente del arte propio fue el escultor y pintor Arístides Maillol, catalán de Banyuls, que hacía figuras de una gran carga simbólica inspiradas en el mundo clásico o, mejor dicho, en el mediterranismo de siempre, buscando la esencia de la figura femenina no en la copia de viejos modelos de mármol –o yeso--, sino en las propias mujeres que el artista encontraba por los caminos en su Rosellón. Una de estas figuras, tal vez si que él se lo propusiera, se convertiría en programática: era Mediterránea, del 1905, que con su mismo título ya pregonaba lo que quería expresar. Maillol se convirtió en uno de los escultores más importantes de su tiempo a escala mundial. Sin embargo, ser de la Cataluña del Norte provocó que su línea nueva no alcanzase un eco inmediato en el arte del resto de Cataluña. El noucentisme, pues, tenía un profeta indudable y de gran prestigio internacional, pero la mayoría de los noucentistas tardarían bastante en saberlo” (Francesc Fontbona: “L’art català i Grècia”, en Fascinació per Grècia: l’art a Catalunya als segles XIX i XX, Museu d’Art de Girona, 2009).
La “decoración navideña”, año tras año, de este himno culminante a la belleza desnuda es un disparate recalcitrante del los ediles perpiñaneses.
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