20 dic 2014

Reencuentro de amigos sobre la memoria corta y los perdedores de la historia

Ayer me desplacé a Perpiñán para asistir a la conferencia de René Grandó “Vous avez la mémoire courte: un livre fondateur”, alrededor de la obra que tres periodistas del diario L’Indépendant publicamos con ese título hace 35 años sobre el exilio republicano de 1939, un libro que todavía hoy nos sigue uniendo de modo imborrable. Los tres autores quedamos a comer antes de la conferencia, como hacemos cada vez que se presenta la ocasión. Finalmente René Grandó, por un imprevisto familiar, no pudo acudir al almuerzo ni a la conferencia. Comí en casa de Jaume Queralt unas deliciosas codornices guisadas (gracias, Maria, una vez más), regadas com un vibrante tinto de viñas viejas Château de Caladroy (Côtes du Roussillon Villages) del
2004. Durante la sobremesa el anfitrión me dijo que publicase igualmente el artículo que sigue.
Cuando en 1979 yo trabajaba de corresponsal en Barcelona del diario perpiñanés L'Indépendant comenté al compañero de la redacción René Grandó la proximidad del cuarenta aniversario del éxodo de los refugiados republicanos españoles de 1939, un acontecimiento que dejó numerosas huellas en aquella tierra de frontera.
Allí seguía siendo un tema incómodo, incluso tabú. Sugerí que podíamos abordarlo cuatro décadas después con aportaciones de ambos lados, de los refugiados y los refugiadores, concentrando el foco en un tema sensible para extensas capas de lectores. 
El diario perpiñanés tenía por costumbre, como ya demostró durante el éxodo de 1939, mandar enviados especiales a todos los acontecimientos relevantes que implicasen de alguna forma a su demarcación o repercutiesen en ella. René Grandó me comunicó que ampliaríamos el equipo de trabajo con un tercer miembro de la redacción del diario, el cronista cultural Jaume Queralt. Nos lanzamos de inmediato a archivos, búsqueda de supervivientes y despliegue de fotos y documentos. 
A medida que avanzaba la investigación preparatoria nos desbordó la sensación de que el tema era mucho más hondo de lo que imaginábamos. Teníamos entre manos una bomba y ese fue el principal incentivo para enfrentarnos al reto de la onda expansiva previsible. En Francia la opinión pública miraba muy poco debajo de la alfombra del episodio vergonzante vivido en 1939 con motivo del indigno recibimiento reservado a los refugiados republicanos españoles en la frontera pirenaica, lo cual contribuyó al impacto de nuestra serie de reportajes publicados en L'Indépendant cuarenta años después. 
El trabajo nos llevó a hablar con testigos que no solían ser sujetos de las páginas de los diarios y que detectaron en nuestro trato una proximidad de valores, a pesar de la distancia generacional. Los autores fuimos los primeros sorprendidos ante el impacto causado por la publicación de la serie periodística. En la redacción del diario, por la calle y en distintos ambientes sociales de la región se nos acercaban personas conmovidas, a veces hasta las lágrimas, por el relato y el tono. 
Nos aseguraban que por primera vez veían restituido públicamente aquel capítulo de la historia. No se referían tan solo a la dureza de los hechos, también a la brutalidad del recibimiento francés. Otras reacciones fueron hostiles, cono ya lo fueron en 1939, pero la gran mayoría expresaba la satisfacción de ver su historia dignamente reconocida después de décadas de escarnio, silencio o disimulación. Eran los supervivientes de aquel mar de náufragos derrotados y menospreciados, la gran masa de perdedores de la historia. 
Con el material acumulado y las reacciones recogida, los tres autores elaboramos a continuación el libro Vous avez la mémoire courte. Su publicación nos obligó a desplazamientos de firma de ejemplares por media Francia. Después la editorial cerró y ampliamos el libro en otra, con el nuevo título Les camps du mépris, que anda por la séptima edición, si no me descuento. 
Desde entonces René Grandó, Jaume Queralt y yo hemos mantenido la amistad nacida de aquella serie de reportajes y los dos libros que se derivaron. Uno vive en Toulouse, el otro en Perpiñán y yo en Barcelona, pero cada vez que nos reencontramos lo hacemos con una emoción que sabemos muy bien de dónde procede: de un “livre fondateur”, de un trabajo de reconocimiento debido a la masa de perdedores de la historia.

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