En 2011 la familia del añorado fotógrafo Xavier Miserachs cedió gratuitamente en depósito al Museu d’Art Contemporani de Barcelona (MACBA) su archivo de 80.000 fotos a cambio de restaurarlas, clasificarlas, digitalizarlas y exhibirlas. Cuatro años después, el MACBA abre la temporada con una primera exposición de las fotos de Miserachs, concretamente las de su libro de 1969 Barcelona en blanc i negre, y la muestra se convierte en otra polémica marca de la casa. El comisario de la exposición ha recortado y descontextualizado las célebres fotos, en el marco de una escenografía expositiva pasada de rosca. La
iniciativa sirve al menos para recordar a un gran fotógrafo y también la deuda pendiente de los museos con la incorporación a sus fondos y a su lenguaje de la destacada fotografía catalana contemporánea.
iniciativa sirve al menos para recordar a un gran fotógrafo y también la deuda pendiente de los museos con la incorporación a sus fondos y a su lenguaje de la destacada fotografía catalana contemporánea.
Xavier Miserachs fue un partidario confeso del fotoperiodismo, poco partidario de manipulaciones artísticas de la fotografía. También fue un gran amigo de numerosos amigos. La noche de plenilunio del 11 de julio de 1987 tuvo la osadía de convocar, con la ayuda de los servicios de intendencia del Up&Down barcelonés, una multitudinaria saturnal de aquellos numerosos amigos en la playita de la Illa Roja (Begur) para celebrar sus 50 años cerca de donde vivía y donde solía bañarse y tomar el sol. Logró que 500 personas congregadas con un vaso de whisky en los dedos no desentonasen en un recóndito escenario natural de personalidad marcada, que habría podido resultar fácilmente antagónico con la concurrencia de aquel sueño de una noche de verano.
El culto del anfitrión a la amistad, al lugar y al buen gusto logró una fiesta tan redonda como la luna que la presidía. Mientras deambulaba con mi vaso de whisky en la mano y un punto de incredulidad en los ojos, me rendía a la evidencia que aquello era el destilado de muchas amistades y muchas fiestas, en una síntesis de paisaje humano y paisaje natural que solo él podía alcanzar. Aquella noche la playita de la Illa Roja fue la primera en felicitarlo de todo corazón. Xavier Miserachs no tomó la foto de aquella fiesta, pero todos los asistentes la tenemos perfectamente grabada a la retina y lleva su rúbrica.
Tuve la fortuna de compartir con Miserachs numerosos viajes para escribir libros comunes, entre ellos Les altres capitals (1989), Passeig de mar (1990) y Metros i metròpolis (1990). Un día de la Semana Santa de 1998, mientras charlábamos en su casa ampurdanesa de Esclanyà (Begur), me comunicó que le acababan de diagnosticar un cáncer de pulmón.
Cuatro meses más tarde, su funeral tenía lugar, en agosto, en la plaza de Esclanyà. Quiso que fuese otra fiesta de amigos en la plaza del pueblo de adopción, que todos tuviésemos de nuevo una copa entre los dedos, que se escuchase música de jazz y algunos parlamentos mesurados, entre los que el mío tampoco supo escapar al mínimo de lágrimas que él quería impedir.
Hoy el afortunado camino de ronda litoral entre Calella de Palafrugell y Llafranc lleva oficialmente su nombre. Para mi también lo llevan la playita de la Illa Roja y les fotos teatralizadas sin ton ni son de la exposición del MACBA.
0 comentarios:
Publicar un comentario