La plaza de Ramón Berenguer el Grande, recientemente liberada del estacionamiento de autocares turísticos y pavimentada de nuevo entre la catedral y la moderna Via Laietana, no está presidida como puede parecer por la canija estatua ecuestre del conde, obra del escultor Josep Llimona cuando era todavía estudiante de la especialidad. El monumento importante es la muralla que actúa de telón de fondo. No son unas piedras viejas cualquiera, sino la razón de ser de este país, aunque se encuentre tan poco explicado in situ, sin ni un triste cartelito. Catalunya (7,5 millones de habitantes) sería como Galicia (2,8 millones) si no hubiese dispuesto durante los veinte siglos que van de los iberos y romanos hasta hoy
de una destacada metrópolis portuaria y mercantil como Barcelona, en vez de una red de ciudades medianas de dimensiones equivalentes entre ellas como Galicia.
de una destacada metrópolis portuaria y mercantil como Barcelona, en vez de una red de ciudades medianas de dimensiones equivalentes entre ellas como Galicia.
El preeminente papel de Barcelona a lo largo de épocas sucesivas sería impensable sin la existencia --también desde tiempos ibero-romanos—de una muralla defendida activamente contra ataques exteriores, reconstruida y reforzada con periodicidad (hasta que a mediados del siglo XIX comenzó a molestar al despliegue urbano).
Sin esta muralla para defender la actividad mercantil portuaria abierta al exterior, Barcelona no habría existido en sus dimensiones líderes. Y sin estas dimensiones de su metrópoli, Catalunya tendría hoy mucho menos peso.
La muralla de Barcelona significa por tanto un protagonismo histórico decisivo, no solo un asunto de arqueólogos. Los fragmentos que han subsistido como monumento histórico merecen ser entendidos en su verdarera trascendencia.
La arqueología no consiste en excavar, sino en interpretar y explicar con lenguaje de hoy lo excavado. Aquí comienza el problema que los arqueólogos no siempre resuelven.
Llevan tiempo explicando poco mientras excavan a trocitos. A veces lo intentan tímidamente, pero la arqueología debería ser mucho más elocuente de lo que es.
La historia de la muralla es la historia de la ciudad y del país. La presencia monumentalizada de este segmento de muralla, al que se puede acceder hasta tocarlo desde que han pavimentado de nuevo la plaza, merece una preeminencia explicativa que actualmente no se le da.
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