18 nov 2015

Vi bailar tango a Virulazo y aun lo recuerdo como si fuese hoy

El 10 de noviembre de 1983 se estrenó en el Théâtre Chatelet parisino el espectáculo Tango argentino, que significaría el relanzamiento internacional del género por la calidad de los veteranos que presentaba en escena. Uno de ellos me fascinó en pocos instantes para siempre más, hasta hoy, con el destello de un recuerdo imborrable. El bailarín Virulazo era un saco de grasa de 57 años y 126 kilos y, al mismo tiempo, el hombre al que he visto crear más belleza con sus pies, una belleza deslumbrante que destilaba sin casi ni moverse, flotando y conduciendo a su pareja Elvira con una elegancia de movimientos y de espíritu que no ha sido superada por nadie. Jorge Martín Orcaizaguirre, mucho más conocido por Virulazo, falleció en 1990. El pasado
sábado le vi de nuevo en el escenario del Auditori de Terrassa, en la persona del veterano bailarín catalán de tango Toni Barber (en la foto), que participaba en la actuación de la nueva orquesta tanguera El Piropo, formada en Barcelona. Toni Barber es la reencarnación de Virulazo, no tengo la menor duda.
Nacido en Barcelona en 1964, empezó a estudiar baile de tango en 1991 con Julio Zurita y Paula Canals, y a dar clases a partir de 1995. Actualmente es uno de los más acreditados de la “tercera patria del tango”. Ha multiplicado la especialidad dirigiendo las milongas o bailes semanales en distintos locales (actualmente la de los miércoles en el Cafè de les Arts de la calle Valencia nro. 234) y tocando el contrabajo en el cuarteto de tango Chamuyo de Arrabal, tras haber codirigido el Festival Internacional de Tango de Barcelona en Sitges. 
En el último número, publicado en mayo de 1997, de la revista Patio de Tango, Barber profetizó: “Me gustaría reseñar que estoy harto de que vayamos a remolque. Hay que innovar desde aquí. Empezar a bailar cosas prohibidas. Desterrar de una vez la fantasmagoría que se ha creado en torno a la técnica de baile. Destruyamos de una vez a esa élite que se cree poseedora de la verdad y rompamos sus pedestales. Dejemos que la mujer se desenvuelva libremente dentro del tango y démosle una patada a su lado machista, modernicémonos. Todo esto lo podemos hacer ya, sin esperar que su cuna nos lo dicte. Hagamos que el tango crezca y se renueve desde aquí, sin esperar a ser arrastrados”. 
Empezó por aplicárselo a sí mismo. Hoy Toni Barber es la reencarnación, acaecida en Barcelona, del más grande de todos. Lo acabo de verificar en su última actuación, con el mismo destello inequívoco de fascinación que me causó ver bailar tango al supuesto saco de grasa de Virulazo cuando tenía prácticamente la misma edad que tiene hoy Toni Barber.

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