El problema nunca ha sido imitar, copiar o plagiar, sino hacerlo mal. Saber copiar bien, en cambio, siempre ha sido una práctica muy recomendable, incluso un arte mayor. El emblemático rascacielos milanés de 127 metros de altura y 31 pisos conocido por Il Pirellone, levantado en 1960 por el arquitecto Gio Ponti en modernas líneas funcionales como sede corporativa de la empresa Pirelli, se ha convertido desde entonces en símbolo de la prosperidad de la “capital moral” de Italia. Se vio plagiado en 1969 por el arquitecto Francesc Mitjans (junto con Santiago Balcells) en la sede barcelonesa del Banco Atlántico (ahora Banc de
Sabadell), en la confluencia de la Diagonal con la calle Balmes. No solamente lo copiaron. El mérito fue superarlo en elegancia.
Sabadell), en la confluencia de la Diagonal con la calle Balmes. No solamente lo copiaron. El mérito fue superarlo en elegancia.
La colosal escalinata de la Estación Central de Milán estampa a los viajeros contra el rascacielos Pirelli que se yergue en la misma plaza, con impacto deliberado y garantizado. Con este primer contraste impreso violentamente en la retina, el recién llegado a Milán adquiere una imagen intencionada de la ciudad lombarda, de la capital económica del país y polo de la modernidad.
La Estación Central de Milán es un monumento destacado del fascismo arquitectónico. El Pirellone, por su lado, de la belleza de líneas de la pujante modernidad milanesa.
Un contraste más osado todavía fue levantado al ladito del gótico florido del Duomo milanés por el rascacielos de la Torre Velasca, diseñado en el mismo momento y con la misma audacia que el Pirellone.
Milán no tendrá jamás el encanto de Roma, pero tampoco será una mera ciudad industrial o administrativa. La proximidad, la osmosis con Suiza, Francia o Alemania no la ha llevado nunca a mercadear su italianidad.
El Pirellone ha envejecido con dificultad. Los materiales de revestimiento externo se han visto erosionados con excesiva rapidez. El mantenimiento no siempre ha lucido como habría sido preciso, tal vez porque desde 1980 ya no lo ocupa la empresa Pirelli (ahora es la sede administrativa de la Región Lombarda).
En cambio la inspiración que extrajo Francesc Mitjans para el rascacielos barcelonés del Banco Atlántico confirmó desde el primer momento el principio asentado: el plagio se ennoblece si va acompañado por el asesinato, es decir cuando supera el modelo de referencia.
El rascacielos barcelonés es una reconocida copia de las líneas del Pirellone, pero las mejoró en muchos detalles. Hoy su prestancia se mantiene más esbelta que el original. Es un mérito tanto del Pirellone milanés como del plagio bien entendido.
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