Ayer jueves quedé para comer en casa de una amiga que vive en Collioure. Me advirtió de que quizá llegaría algo tarde, porque durante la mañana acudía a manifestarse en Perpiñán contra los recortes sociales del presidente Macron. Dentro del plan de movilizaciones por sectores convocadas por las organizaciones sindicales, ayer tocaba protesta en la calle de los jubilados en toda Francia. Se oponen, en concreto, al aumento anunciado de la retención fiscal que disminuirá sus pensiones de jubilación. Salí con tiempo de mi casa, desayuné de tenedor bajo la pérgola de la cooperativa de Garriguella, pasé por Espolla
camino del Coll de Banyuls y, del otro lado, aun tuve tiempo de pasear por el viñedo de la playa solitaria del Forat y la bahía de Paulilles.
camino del Coll de Banyuls y, del otro lado, aun tuve tiempo de pasear por el viñedo de la playa solitaria del Forat y la bahía de Paulilles.
Al llegar a Collioure yo tenía por costumbre ir a saludar a dos viejos conocidos: Antonio Machado y Jojo Pous. Uno a la entrada del cementerio viejo, el otro en el bar más concurrido del pueblo, el negocio familiar que él regentaba.
Antonio Machado me recibía con el aleteo de las flores y los mensajes de afecto que los numerosos visitantes dejan sobre la losa de la tumba. Jojo Pous lo hacía con una abrazo, una exhibición luminosa de sus dientes de conejo y un vaso de “petit Banyuls”, el vino ceremonial de esta tierra.
A Machado le comentaba las cosas de actualidad, que le dan la razón en tantos aspectos. A Jojo también se las comentaba. Acodados en la barra de su bar, pronto nos poníamos de acuerdo. Desde el 27 de febrero de 2013 Jojo reposa muy cerca de Antonio Machado.
Mi amiga no tuvo tiempo de cocinar pescado del día, pero comimos muy bien en la terraza de su casa. Me relató la manif de Perpiñán. Yo le comenté que de este lado de la frontera el gobierno del PP ha desvinculado desde 2013 las pensiones de jubilación del Índice de Precios al Consumo y las devalúa mediante un ridículo aumento anual del 0,25% que no cubre el incremento del coste de la vida y que significará una pérdida acumulada del 30% al 50% del poder adquisitivo de las pensiones durante los próximos quince años, o sea una condena a la precariedad.
Convenimos durante la sobremesa que los rumores sobre la “insostenibilidad” del régimen público de pensiones es una falacia destinada a empujar al escaso porcentaje de personas que se lo pueden pagar hacia el sistema privado de pensión de jubilación, promovido por los bancos, y de paso atemorizar a todas las demás para alejarlas de las “aventuras electorales” menos conservadoras. Sin embargo la realidad es la inversa: lo insostenible es el actual sistema de financiación de las pensiones recortadas, si no se producen los cambios en la fiscalidad que no aplicarán jamás los gobiernos conservadores del PP ni de Macron.
Empobrecer a los pensionistas significa negarles el derecho a una vejez digna, significa aumentar la desigualdad entre los antiguos trabajadores y los rentistas del capital. También conversamos de otras cosas: de referéndums, de que algunos somos ultralocalistas universales y periféricos voluntarios porque no hemos querido ser centrales, a sabiendas de que la periferia, los lugares pequeños de fuerte construcción interna ofrecen hallazgos de valor, nuestros hallazgos. A la hora prolongada del café, un rabo de nube envolvió tímidamente el tótem de la torre de la Massana, en la cresta de la sierra que preside el bellísimo anfiteatro del lugar, nuestro lugar.
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