El príncipe heredero Carlos de Inglaterra y su mujer acaban de realizar una gira oficial de tres días en Grecia, uno de los poquísimos países del mundo que la reina de Inglaterra no ha pisado en visita de Estado durante sus 66 años de reinado. Dicen que es por culpa del final poco airoso de la monarquía griega de Constantino II (el marido de la reina, Felipe de Edimburgo, nació en Grecia y ya tuvo que huir al ser derrocada la monarquía de Constantino I en 1922). En realidad no ha ido nunca por culpa de los mármoles del Partenón, que su hijo Carlos se ha abstenido escrupulosamente de visitar estos días a pesar de
ser una referencia obligada en la capital griega.
ser una referencia obligada en la capital griega.
El Museo Británico de Londres exhibe 56 de las 97 piezas del friso del Partenón, así como metopas y estatuas de sus dos frontones. El gobierno británico se niega a devolverlas, pese a haber sido arrancadas en condiciones abusivas en 1802 gracias un vago acuerdo del embajador lord Elgin con el ocupante turco del momento. La definición de elginismo designa hoy en todo el mundo el pillaje, el expolio, el robo de obras de arte.
El litigio internacional se mantiene vivo, con campañas de opinión periódicas y hasta ahora infructuosas. Melina Mercuri lo convirtió en bandera de sus tres mandatos como ministra griega de Cultura de la recuperada democracia entre 1981 y su fallecimiento en 1994. Suscitó adhesiones en todas partes, inclusive una parte de la opinión pública británica.
Los Elgin marbles pasaron a ser llamados los “mármoles de Melina”. El texto de la conferencia que pronunció en 1986 ante los miembros del club de debate Oxford Union sigue siendo una gran pieza de oratoria contemporánea, sin abandonar el estilo pasional que la caracterizaba. Para empezar dijo al selecto auditorio: “Ustedes saben que dicen de nosotros los griegos que somos gente fervorosa y de sangre calienta. Pues bien, déjenme añadir algo: es cierto. Y yo no soy conocida como excepción”…
Una vez situados con aquel arranque, les propinó: “Deben entender lo que los mármoles del Partenón significan para nosotros: son nuestro orgullo, son nuestros sacrificios, son nuestro símbolo de excelencia más noble, son un tributo a la filosofía democrática, son nuestras aspiraciones y nuestro nombre, son la esencia del ser griego”.
Por ahora los mármoles no han sido devueltos y el príncipe Carlos en visita oficial se ha abstenido diplomáticamente de poner los pies en la Acrópolis.
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