Dentro del conjunto gótico-renacenista de la Plaza del Rey barcelonesa, el Palau del Lloctinent alberga el Archivo de la Corona de Aragón. Mejor dicho, albergaba. Se trasladó en 1994 a un edificio moderno de la calle Almogàvers. La vieja sede del siglo XVI sigue siendo propiedad del ministerio de Cultura y tiene doble acceso por la Plaza del Rey y la calle de los Comtes. En el espléndido patio de la planta baja todo el mundo tiene tendencia a mirar hacia arriba, por la altura de tres pisos del palacio restaurado, la elegancia de líneas, la galería porticada del primer piso, las balustras, las gárgolas... Pero a veces es preciso mirar también a ras de suelo y comprobar que uno de los elementos monumentales
más destacados de la noble casa es la parra de tres pies que trepa del patio de la planta baja al tercer piso, en un despliegue espectacular.
Tiene el honor de tratarse de una parra con cartel explicativo, como quien dice documentada históricamente. Una parra de estas proporciones vale un palacio, aunque podría vivir con la misma comodidad --tal vez incluso más-- en cualquier portal campestre.
más destacados de la noble casa es la parra de tres pies que trepa del patio de la planta baja al tercer piso, en un despliegue espectacular.
Tiene el honor de tratarse de una parra con cartel explicativo, como quien dice documentada históricamente. Una parra de estas proporciones vale un palacio, aunque podría vivir con la misma comodidad --tal vez incluso más-- en cualquier portal campestre.
Un emparrado no deja de ser una viña no podada como cepa, con los sarmientos crecidos en altura y trepando por las paredes gracias a los zarcillos, el delicado órgano filamentoso que crece junto a las hojas de la viña, como para recordarnos que esa planta tan civilizada era en el origen una simple liana.
La documentación histórica informa que esta parra nació probablemente con el palacio en 1557, aunque los tres cepas de la actual derivan del esqueje plantado en 1857 por el archivero de la casa Francesc de Bofarull, hijo y nieto de directores del Archivo, a raíz del traslado de los fondos documentales al Palau del Lloctinent. Aquella parra murió centenaria y plantaron otra en los años 1960, sustituida de nuevo en 1996. Todas han renacido de esquejes de sus propios sarmientos. El auténtico monumento gótico-renacentista restaurado del Palau del Lloctinent es su parra.
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