Estos dos pequeños rótulos metálicos evocan sin mucha elocuencia una historia bimilenaria en el lugar actualmente desierto –y bellísimo-- del Coll de Panissars, en lo alto del término de Le Perthus. Desde la Via Heráclea de los iberos, mucho antes de la colonización romana, el paso más transitado entre Iberia y el continente europeo se halla en Le Perthus, aunque no siempre ha estado en el mismo punto preciso. Joan Badia i Homs ya apuntó en 1978 en el segundo volumen de su libro L’arquitectura medieval de l’Empordà que estos bloques de piedra tallada que afloran en el Coll de Panissars corresponden al
monumento romano de los Trofeos de Pompeyo, erigido el año 70 aC a cada lado de la vía romana, en la intersección entre la Galia Narbonesa y la Hispania Tarraconense.
Cuando el arqueólogo Jordi Castellví de la Universidad de Perpiñán y su equipo iniciaron en 1984 la excavación, percibieron que la actual raya de frontera pasa justo por el medio del yacimiento. Por lo tanto estaban excavando también en territorio de otro país y tuvieron que apresurarse en montar un equipo transfronterizo con los arqueólogos sur-catalanes Josep M. Nolla e Isabel Rodà. Culminaron la labor conjunta en 1993. Publicaron los resultados, así como una simulación de cómo debía ser el monumento.
Pusieron al descubierto dos grandes basamentos rectangulares simétricos, tallados en la roca, de los Trofeos de Pompeyo. Se trataba de monumentos conmemorativos de victorias militares, en este caso del general Pompeyo en tierras de Hispania. La construcción ya había caído 150 años después de inaugurado (sobre todo teniendo en cuenta que Pompeyo resultó perdedor en su pugna por el poder con Julio César).
Los sillares sirvieron para fortificar las vecinas Cluses que defendían el paso fronterizo y posteriormente el monasterio románico medieval de Santa María de Panissars (destruido hacia 1587) y el castillo de Bellaguarda, cuando la ruta fronteriza principal ya discurría por el valle más llano de Le Perthus, a 1 km de distancia.
La Vía Augusta romana, del mismo modo que la Vía Heráclea, contaban con varias ramificaciones para atravesar el Pirineo en el extremo más oriental y accesible de Le Perthus. El procónsul romano de la Galia Narbonesa, Cneo Domicio Enobarbo, eligió el Coll de Panissars para situar el año 118 aC la conexión entre el ramal galo, que bautizó Via Domicia en su honor, y la Vía Augusta en Hispania que mantuvo el nombre del emperador.
No costaría mucho explicarlo in situ con algo más de espíritu divulgativo.
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