5 abr 2019

Un brindis gustoso por Baco en el Museo de Badalona

El Museo de Badalona acaba de abrir una exposición temporal sobre el dios Baco, a raíz de la reciente hallazgo de una pequeña testa esculpida en mármol. La ha “museizado” de inmediato. La palabra “museizar” suena extraña pero es la clave de la arqueología. Significa presentar los hallazgos de forma comprensible y atractiva para los ciudadanos de hoy. Las creencias politeístas de Grecia y Roma tenían un dios para cada cosa, una constelación de divinidades que severas o bien juguetonas, acompañadas por una legión de semi-dioses y seres mitológicos como faunos, ninfas, bacantes, ménades, sátiros... El vino tenía un dios propio, Dionisio para los griegos y su equivalente Baco para los romanos. Mucho antes, los hombres del Neolítico, entre el año 7000 aC y 4000 aC, ya conocían
las bebidas fermentadas a base de cereales (cerveza), de miel (hidromiel) y de fruta (uva).
Algunos rastros de componentes del vino como el ácido tártrico se han encontrado en jarras de cerámica fechadas el 7500 aC, así como pepitas de uva fosilizadas. La parra salvaje de la Vitis vinífera, aprovechada sobre todo como fruta, se convirtió en plantación de cepas de viña en Mesopotamia, Anatolia, el Próximo Oriente, Egipto y, a partir del .000 aC, en Grecia.
En época romana el vino ya llevaba siglos –¡milenios!-- desplegándose a lo largo del Mediterráneo. El efecto embriagador del jugo de uva fermentado quedó asociado en seguida a rituales festivos o místicos, incluso como alegórica transustanciación de la sangre de Cristo según la nueva secta de los cristianos.
Una vez iniciada nuestra era con la colonización romana, la viña se consolidó como cultivo extensivo. Es posible que un ciudadano mediterráneo de hoy beba diariamente café y coma chocolate sin haber visto jamás una planta de café ni de cacao, tan características en otras latitudes. En cambio la viña forma parte de su paisaje histórico y actual.
La Barcino romana y su comarca era un país recubierto de viñas, en colaboración con la fábrica de envases que era Baetulo (Badalona), capaz comercializar 1.800 ánforas o jarras de 25 litros cada mes. La exposición del Museo de Badalona, que ahora dirige Margarida Abras, pone en su contexto histórico con lenguaje de hoy el reciente hallazgo de una pequeña cabeza romana en mármol de Baco, con el acierto del guión elaborado por Esther Gurri Costa y el diseño expositivo de Francesca García Almagro.
No es un despliegue al estilo del CaixaForum o el Museo Británico. Se trata de una exposición de dimensiones limitadas, montada en el vestíbulo del museo, pero vale del todo la visita (se llega cómodamente en metro), por sí sola y como ejemplo de lo que podrían hacer otros museos arqueológicos de vida más soñolienta. De regreso a casa abrí una botella  guardada para alguna buena ocasión, Brindé por Baco y la arqueología despierta.

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