5 ene 2020

En el cabo de Creus había una sirena y yo la oí

El far de cabo de Creus de se vio completado en 1959 con este edificio anexo de una sirena acústica que emitía los días y noches de niebla unos gemidos lacerantes, unos mugidos tremebundos para avisar a los barcos de la proximidad de la costa. Con los nuevos sistemas de transmisión, la sirena ya no fue necesaria. Enmudeció en 1981 y fue derribada en 2006. Hoy la echo de menos en la punta del cabo todavía más prominente, más adentrada en el mar que el faro levantado en 1853 en el extremo más oriental de toda la Península Ibérica. En este aspecto, la sirena ganaba claramente al faro. Ha dejado un vacío en el paisaje físico y el paisaje sonoro. Recuerdo su presencia muda los días ordinarios y sus bramidos perfectamente

regulareslas noches de niebla, los cuales me parecían más utilitarios, beneficiosos o incluso naturales que no enigmáticos ni menos aun pavorosos. La sirena acústica balaba como una oveja mitológica, con la misma naturalidad que las palomas arrullan, les ranas croan, las gaviotas graznan, los asnos rebuznan o los lobos aúllan.
Cumplía con su cometido sin molestar a nadie. El vecino restaurante Cap de Creus, habilitado enn el antiguo cuartel de carabineros a partir de 1991 por el inglés Cristopher Little, aun no había abierto las tres habitaciones que ahora ofrece. La declaración de Parque Natural no llegó hasta 1998. 
Cuando Christopher Little se instaló aquí, la sirena ya no sonaba. En cambio yo la conocí en actividad y su gruñido resuena en mi memoria con nitidez. Era una sirena destinada a hacer compañía. Ignoro por qué caprichos etimológicos la señal acústica de alerta que caracteriza algunos vehículos de emergencia (ambulancias, bomberos, policía) recibe el mismo nombre que las ninfas mitológicas con torso de mujer y cola de pez. Pero, sea como sea, en el cabo de Creus había una sirena y yo la oí.

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