Cuando una persona desea matricular un coche, la reglamentación le obliga a pagar las multas anteriores que tenga eventualmente pendientes, sin lo cual no podrá circular con el nuevo vehículo. Me pregunto si esta norma básica dirigida a los ciudadanos corrientes se aplica a las grandes fusiones bancarias. La entidad Bankia recibió en 2012 un total de 24.000 millones de euros de dinero de todos los contribuyentes para rescatarla de la quiebra, de los que ha devuelto hasta hoy una ínfima parte de 3.300 millones. El Estado es el propietario del 62% de Bankia y se supone que debe
velar por el interés de todos, no solo por la conveniencia de los banqueros. La anunciada fusión (o absorción o enésimo rescate) de CaixaBank i Bankia se convertirá en el primer banco de España.
velar por el interés de todos, no solo por la conveniencia de los banqueros. La anunciada fusión (o absorción o enésimo rescate) de CaixaBank i Bankia se convertirá en el primer banco de España.
Bankia llega al “matrimonio” con un deuda al erario público de 20.700 millones de euros. Sin embargo las informaciones de estos días lo recuerdan apenas como una aspecto secundario, destinado a no ser recordado de ninguna manera con una facilidad incomprensible, igual que el recorte previsto de 6.000 empleados y 1.500 oficinas de la entidad absorbida.
El pasado año CaixaBank declaró oficialmente unos beneficios de “solo” 1.700 millones de euros (por culpa de las indemnizaciones de los ERES de su plantilla, redimensionada a la era digital), por 6.600 millones de beneficios del Santander, 3.550 del BBVA y 540 de Bankia. ¿Resulta imaginable que el Estado no reclame la deuda pendiente al que será el primer banco de España a partir de ahora? Pues sí, resulta imaginable. El viejo oficio de prestar dinero a comisión se ha convertido en una inmensa madeja que parece disponer de todas las prerrogativas, comenzando por la de no devolver sus propias deudas.
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