Acudía a la Facultad de Humanidades de la Universitat Pompeu Fabra y me entretuve en los jardines de enfrente, en el cruce de la calle Marina con la avenida Icaria, al pie de la estatua de siete metros de altura modelada en bronce por el escultor Eduardo Úrculo con el nombre“A Santiago Roldán”, como recuerda una placa en su base. El autor la calificó de “homenaje al culo”, tema muy frecuente y admirativo en su obra escultórica y pictórica. Dos años más tarde, en 2001 levantó otra similar, llamada Culis monumentalibus, también por encargo municipal ante el teatro Campoamor en el centro histórico de la vetusta Oviedo. Sobre la misteriosa relación entre el culo y la memoria de Santiago “Curri” Roldán (el economista presidente del Holding Olímpico que supervisó las obras de 1992, fallecido prematuramente a los 59 años), el escultor declaró en el momento de la inauguración: “Me he inclinado a favor de este culo que tiene algo de columna griega, que evoca el Mediterráneo y su cultura hedonista, y que sintoniza con la manera de ser de Santiago. Además, yo veo el culo como una patria global que disuelve fronteras entre lo masculino y lo femenino. Hasta donde yo sé, Barcelona será la primera ciudad occidental que tiene un monumento al culo”.
La viuda del homenajeado, la también economista Maria Antònia Monés, se declaró encantada con la elección del escultor. La placa colocada al pie del monumento solo dice “A Santiago Roldán” y prescinde de cualquier alusión al culo, visiblemente innecesaria.
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