Uno de los reconocimientos que acumuló el médico gastroenterólogo Francesc Vilardell Viñas, que acaba de morir en Barcelona, era la de presidente de la Sociedad de Miembros de la Legión de Honor francesa en Catalunya. Se trata de uno de sus reconocimientos menos reconocidos, dado que la asociación de galardonados con la más prestigiosa distinción francesa lleva actualmente una vida casi inexistente. Figura entre las entidades recogidas en la página web del Consulado de Francia en Barcelona, sin embargo el enlace no se toma la molestia de enumerar a las personas de aquí que han recibido la Legión de Honor. Sabemos por otras fuentes que son 92.000 en Francia y a lo largo del mundo, de las cuales 300 en el conjunto de España desde su creación por Napoleón en 1802. En Francia mantiene un prestigio intacto y muchos de sus poseedores lucen en la solapa la “rosette” (de colores diferentes según los grados existentes), pequeña insignia o pin circular que representa la reducción para la vida de cada día de la ostentosa medalla oficial. A algunos les despierta una gran ilusión, a otros falsa modestia. El escritor François Mauriac, una vez condecorado, soltó la sentencia displicente: “La Légion d’honneur, ça ne se demande pas, ça ne se refuse pas et ça ne se porte pas”.
Antes de la Guerra Civil la recibieron aquí Lluís Nicolau d’Olwer, el exministro Pere Rahola, el abogado Amadeu Hurtado o el pintor Josep M. Sert. Después los músicos Jordi Savall y Joan Manuel Serrat, los pintores Joan Miró y Ràfols-Casamada, el escultor Apel.les Fenosa, los políticos Anton Cañellas, José Montilla o Jorge Fernández Díaz, el abogado Eugeni Gay, los hombres de negocios Salvador Alemany e Isak Andik, la escritora Rosa Regás, los periodistas Carlos Sentís y Jaime Arias. Pero esta lista es muy incompleta.
En 2018 la justicia francesa rechazó la solicitud de algunos condecorados de retirar la Legión de Honor concedida desde el año 1928 al general Francisco Franco.
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