Las leyendas tienen la piel dura, sobre todo las falsas. Por ejemplo la que pretende seguir presentando a Josefina Bonaparte, primera consorte de Napoleón y futura emperatriz junto a él (antes de ser relevada en el cargo por una joven archiduquesa de Austria), como la media virtud criolla irresistiblemente viciosa que hacía perder la cabeza al gran general. La biografía de Josefina publicada por Françoise Wagener (escrita y fechada en Fontanilles, Bajo Ampurdán) pone las cosas en su sitio de forma documentada, sin embargo el escritor de moda Jean-Marie Rouart llega a más lectores cuando, con napoleónico estilo novelesco y deleite machista, escribe con brocha gorda en el libro Napoléon ou la destinée (aun no traducido): “El virtuoso se casa con la sensualidad encarnada. Su flechazo con Josefina desafía a la razón. No es un buen partido y arrastra la peor reputación: voluble, cargada de amantes, frívola, disipada. Bella criolla de encanto afortunado y sonrisa excitante pese a la fea dentadura, originaria de La Martinica y viuda, ha llevado una existencia depravada con relaciones sentimentales incontables, ha formado parte de todos los vicios de una época rica en fiestas libertinas y orgías”.
La biografía elaborada por Françoise Wagener lo ve de otra forma distinta, pero las leyendas tienen la piel dura. El actual hotel parisino chic que lleva el nombre abreviado de JoBo, en el distinguido barrio del Marais, tal vez cree hacer honor a la falsa leyenda del personaje cuando anuncia, junto a las tarifas por noche, las más reducidas por horas diurnas.
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