Por alguna remota y equivocada razón cultural, se considera al asno, burro o pollino (Equus asinus) menos elegante y más obtuso que el caballo, sin embargo protagonizó a su lado la movilidad y el transporte durante largos siglos. Antes de la máquina de vapor y la revolución industrial del siglo XVIII eran un vehículo muy corriente, formaban un auténtico ejército. Ahora subsisten algunos en fincas rurales como animales de compañía y vestigio de la nobleza de su raza. De vez en cuando voy a saludar al afectuoso amigo Fidel (foto adjunta) y su pareja Estrella, que campan a la finca vinícola Can Torres, de Joan Carles Torres y Barbara Magugliani, en Sant Climent Sescebes. Muy cerca, entre Masarac y Rabós, la suiza Denise Wirth mantiene dieciséis ejemplares como montura para sus BurroTrek, excursiones familiares de un día, dos días o toda una semana a través de los alojamientos rurales de la comarca, con los niños y los paquetes a lomo de los asnos, que conocen perfectamente el camino y lo siguen de memoria. Denise Wirth tiene a gala haber recorrido el Camino de Santiago desde Suiza (2.400 kilómetros) con dos de sus asnos durante cuatro meses y medio.
Son muy sociables y valoran las visitas humanas amistosas. En invierno lucen en todo el cuerpo un pelaje castaño reluciente, largo y duro, que en verano aligeran. He hallado mucha mas burricia entre algunos animales racionales.
Era costumbre bautizarlos con el nombre que cayera en el santoral el día del nacimiento. Por eso mi amigo Fidel se llama de nombre completo Beato Fidel. En cambio su pareja nació el día de la Santa Cruz y prefirieron ponerle Estrella.
0 comentarios:
Publicar un comentario