Algunos pensamos que las máximas delicias se hallan con frecuencia en las pequeñas cosas, por ejemplo la gama del “peixi minuti”: angulas, menudas sardinitas frescas recién pescadas, sonsos y chanquetes, que son el cabello de ángel del mar, la espuma de las olas, otra especie de caviar. La Dirección General de Pesca de la Generalitat ha prolongado la veda del sonso, que debía levantarse el 28 de febrero, hasta el 15 de marzo como mínimo. No es cierto que los sonsos sean “sonsos”. Se tienen que saber preparar, claro está, como tantas otras cosas en esta vida. La fritura de esas pequeñeces es un arte delicadísimo en que despuntan por tradición muchas cocineras andaluzas y algunas de aquí. Nose trata tan solo de la clase de harina del rebozado, también de la calidad y la temperatura del aceite (la frescura de la materia de base se da por supuesta).
Igual que el sonso, el chanquete no es un alevín, sino un góbido adulto casi transparente, blanco y huidizo, un delicia para comer frita o en tortilla. Antes era corriente y popular, ahora es preciso ir con cuidado para esquivar la falsificación del chanquete chino congelado de piscifactoría, también llamado pez platino. Del mismo modo, los sonsos congelados constituyen un sucedáneo demasiadas veces inconfeso y gomoso.
Un plato de sonsos frescos fritos en su punto, comido a la orilla del mar con los pies en la arena, representa un sueño terrenal que este año puede coincidir con el desconfinamiento comarcal para poner los pies en las mejores arenas. La cofradía de pescadores de Palamós tiene cuatro embarcaciones dedicadas al arte de la sonsera.
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