10 feb 2020

Francia nos dio los Borbones, contrapartida pendiente

A la muerte del rey español Carlos II el Hechizado, de la casa de Habsburgo o de Austria, fallecido inesperadamente a los 39 años sin descendencia, con la salud minada por la cadena de matrimonios consanguíneos, la dinastía de los Borbones fue implantada en España por Francia, de donde provenía, dentro de un pacto entre una parte de las cases reales europeas. El nieto del rey francés en ejercicio, Luis XIV de Borbón, se convirtió en Felipe V de España. Un muchacho de diecisiete años (pintura adjunta), nacido, criado y proclamado rey en Versalles llevó a partir del 1700 la corona de España sin hablar ni una palabra de ninguna de las lenguas del país que se disponía a gobernar con mano de hierro, igual como gobernaba su absolutista abuelo francés. Dentro de la lucha por la hegemonía entre primeras potencias y entre principales dinastías reinantes (Borbones y Austrias), el acuerdo satisfacía a Francia pero no al emperador Leopoldo I
del Sacro Imperio y sus aliados. El emperador reclamó la corona española para su hijo segundo, el archiduque Carlos de Austria. Así desencadenó –y perdió-- la Guerra de Sucesión de 1700-1714.
La corona de Castilla se alineó con Felipe V de Borbón. La corona de Aragón lo hizo con el archiduque Carlos y pagó derrota con los Decretos de Nueva Planta, que abolían “por justo derecho de conquista” el derecho público de la corona de Aragón. Con la entronización del primer rey Borbón --aquel muchacho francés de diecisiete años-- las Cortes de Castilla se convirtieron en las de toda España, el castellano en única lengua oficial y obligatoria, y el monarca Felipe IV de Aragón y V de Castilla en Felipe V de España.
Tres siglos más tarde, un catalán español llegó a primer ministro del gobierno de la República francesa entre 2014 y 2016. Manuel Valls, nacido en Barcelona de padre catalán y madre suiza de lengua italiana, se crió en París y a los veinte años se nacionalizó francés. Era francés de convicción, sin necesidad de una sola gota de sangre francesa, con mucha voluntad de hacer carrera política.
La presidencia de la República francesa aun no ha sido ocupada por ningún político de origen español, aunque eso podría producirse en las próximas elecciones presidenciales de 2022. El último número del semanario Le Nouvel Observateur expone que ahora se da un “hueco de oportunidad” para un candidato socialista.
Dentro del momento de desintegración del aparato del partido socialista francés, la única candidatura capaz de arrastrar el voto descontento tras los años de Macron sería la alcaldesa socialista de París, Anne Hidalgo, nacida en 1959 en San Fernando (Cádiz) y criada en Francia junto a la familia desde los dos años de edad. De momento ella lo niega, pero no dejaría de ser una contrapartida de aquella jugada del año 1700.

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