Aumentan últimamente quienes piensan que España ha sido siempre un irredimible país atrasado, sobre todo en comparación con los demás de Europa. Fue así con frecuencia, no siempre. Los intentos reformistas y modernizadores también deben contar. Me han llevado a recordarlo los comentarios recientes sobre el hecho de que las cuatro principales candidatas a la alcaldía de París en les elecciones municipales francesas del año próximo serán probablemente mujeres. Por extraño que pueda parecer, la Francia contemporánea siempre fue por detrás de España en
materia de derecho de las mujeres al voto y a ser elegidas, debido a aquellos intentos reformistas españoles a menudo truncados, pero llevados a la práctica antes que en Francia en algunos casos.
El derecho al voto de las mujeres fue reconocido en España por las Cortes constituyentes de la II República en 1931 y ejercido por primera vez en las elecciones generales de 1933, mientras que en Francia solo pudieron votar en unas elecciones generales a partir del año 1945. La dirigente anarquista Federica Montseny fue la primera mujer ministro en España, una década antes que las hubiese en Francia. Ocupó la cartera de Salud y Asistencia Social de noviembre de 1936 a mayo de 1937, en el gobierno presidido por el socialista Largo Caballero. En Francia la primera mujer ministro sería diez años más tarde Germaine Poinso-Chapuis, de Salud Pública y Población, en el gobierno presidido por el gaullista Robert Schumann de noviembre de 1947 a julio de 1948. Los hechos, en este caso, son así. También es cierto que el derecho a voto de las mujeres –y de los hombres— se vio interrumpido en España de 1939 hasta 1977, a diferencia de Francia.
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