Mientras el ataúd de haya pulida que contenía los restos del editor Jaume Vallcorba entraba lentamente conducido por el pasillo central de la basílica barcelonesa de Sant Just i Pastor anteayer lunes para celebrar su concurrido funeral, rompió el silencio por la megafonía del templo una grabación del aria inicial de la Cantata para al Quinceavo Domingo después de la Trinidad BWV 51 de Johann Sebastian Bach, titulada Jauch zet Gott in allen Landen (Aclamad a Dios en todas las naciones). El editor planificó su funeral y en consecuencia la elección de esa cantata bachiana para iniciarlo no podía ser casual, pese a tratarse o precisamente por tratarse de un fragmento musical atípico dentro de la producción para la liturgia luterana
del gran compositor. El aria concertante inicial de la Cantata BWV 251 es un singular y resplandeciente chispazo barroco de gozo para voz soprano y trompeta solistas, con do sobreagudo y otros virtuosismos muy poco cuaresmales, flanqueado por un vago acompañamiento de cuerda y continuo, sin coro.
del gran compositor. El aria concertante inicial de la Cantata BWV 251 es un singular y resplandeciente chispazo barroco de gozo para voz soprano y trompeta solistas, con do sobreagudo y otros virtuosismos muy poco cuaresmales, flanqueado por un vago acompañamiento de cuerda y continuo, sin coro.
Hacía escasamente un mes que la escuché en vivo el 25 de julio en la basílica vecina de Santa Maria del Pi por la soprano Iwona Sobotka, con José Antonio Casado a la trompeta y Clara Pouvreau al cello, dentro del magnífico Festival Bach de Barcelona. En aquella fecha Jaume Vallcorba ya no podía salir de casa y su elección a favor de la gozosa aria inicial de la cantata bachiana remonta con seguridad mucho más atrás, dentro de sus afinados conocimientos melómanos y de todo tipo. Tras la sorpresa del aria emitida por la megafonía, el coro Ars Nova que dirige Mireia Barrera, acompañado al armonio por el director de orquesta Josep Pons, interpretó en vivo pasajes del más previsible Réquiem de Gabriel Fauré, de unas resonancias más acordes con el acto funeral que la alegre aria de Bach.
El golpe de efecto deseado por Jaume Vallcorba para iniciar se funeral corrió a cargo de Bach, de un espléndido, gozoso, sublime y atípico fragmento de Bach. A mi, menos creyente que él, me volvió a recordar luminosamente la frase del filósofo Emil Cioran a propósito de la insuperable música sacra del compositor de Leipzig: “Dios debería estar muy agradecido a Bach”. Y nosotros a Vallcorba, también por el diseño de su funeral. La viuda lo cerró con una cita, extraída de no sé dónde, que él repetía las últimas semanas: “Viva la vita, allegria, felicità”. Es un deseo perfectamente reflejado por el aria de Bach que escogió.
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