Ayer fui a caminar campo a través entre Camallera y Gaüses con la compañera de pupitre en la Escuela de Periodismo, Carmina Vilaseca, aprovechando que deseaba entrevistarme sobre mi libro Elogi i refutació de la tramuntana para el número en preparación de su revista Empordaguia (en la foto la portada del último). En realidad nos entrevistamos mutuamente. Ella me fotografió, yo no logré tampoco esta vez fotografiarla, porque es una fotógrafa que procura no salir en las fotos. La compañera de pupitre en la Escuela de Periodismo se acabó casando con el abogado y pintor Lluís Krauel. A medio criar los dos hijos, se fueron a
vivir en 1991 a Gaüses de Dalt, en el límite del Alt Empordà con el Gironés, en los llanos que forma el interfluvio del Ter con el Fluviá, de colinas dulces y redondeadas. Reconvirtieron un viejo pajar en acogedora vivienda-taller orientada la mejor vista del paisaje, ampliada más adelante con un estudio anexo.
vivir en 1991 a Gaüses de Dalt, en el límite del Alt Empordà con el Gironés, en los llanos que forma el interfluvio del Ter con el Fluviá, de colinas dulces y redondeadas. Reconvirtieron un viejo pajar en acogedora vivienda-taller orientada la mejor vista del paisaje, ampliada más adelante con un estudio anexo.
El núcleo de Gaüses (los del lugar siempre dicen Güses) tiene 55 habitantes censados, entre ellos el veterano escritor Manuel Costa-Pau, que instaló su editorial Llibres del Segle y la vivienda en la antigua rectoría de este pueblito que pertenece al término municipal de Vilopriu, aunque se decante hacia Camallera porque en Vilopriu no hay ninguna tienda y en Camallera estación de tren, colegio, bar, carnicería, peluquería, herrero, mecánico de cohes y un festival anual de canción de autor. Güses es un micropueblo ilustre e ilustrado, más aun el núcleo de Güses de Dalt, que Costa-Pau sostiene que debe llamarse Gaüses d’Amont.
Experimento una admiración constante por las iniciativas creativas con continuidad surgidas en estos pueblos, por ejemplo la originalidad informativa y gráfica de la publicación gratuita Empordaguia, tanto en su edición sobre papel como también por Internet. En un formato de medio folio apaisado, recoge y comenta un amplio abanico de novedades ampurdanesas en materia de establecimientos, paisajes, historias e iniciativas varias. Lo hace en catalán, castellano e inglés. Se distribuye en hoteles, restaurantes y oficinas de turismo.
Aparece desde 2002, con una tirada de 30.000 ejemplares, dirigida por la periodista Carmina Vilaseca, ahora con la ayuda del hijo Jacobo Krauel. Siempre busco la útima edición en los puntos de distribución y me entero de una serie de cosas de interés, bien resumidas y bien ilustradas, con colaboradores renovados cada vez. Empordaguia no dispone de ninguna subvención institucional por parte de los múltiples organismos territoriales de la administración pública y se busca la vida con la publicidad de los anunciantes.
“El truco está en hacer lo que te gusta junto a gente con la que te puedes entender, conocer a fondo los temas y que el resultado sea práctico. Si la revista gratuita además es bonita, está hecha con cariño y da la información que necesitas, estoy segura que el éxito llegará por sí solo”, dice Carmina.
Esta vez Lluís Krauel no pudo participar en nuestra caminata a través de los sembrados ampurdaneses que presienten la proximidad de la primavera, convaleciente de una caída de moto. En cambio cocinó parar comer en casa un arroz con setas de categoría superior. Todavía ejerce de abogado del turno de oficio. Conoce como la palma de la mano les comisarías, las cárceles y los crímenes imperfectos de La Jonquera, Figueres o Girona.
Unas 300.000 personas al año utilizan en Catalunya a los 6.700 abogados del turno de oficio malpagados, voluntarios de la justicia gratuita, la que garantiza el derecho de defensa judicial a todos. La gestionan los Colegios de Abogados con presupuesto recortado de la Generalitat y realizan unas 450.000 actuaciones anuales. Ayer Lluís Krauel me leyó la última liquidación mensual de sus minutas profesionales, que pueden ser inferiores a los 100 euros por expediente, pagadas de modo fraccionado a medida que llega el dinero atrasado de la Generalitat.
Son cosas que también se aprenden cuando se camina entre Camallera y Gaüses, a través de los dulces sembrados ampurdaneses que presienten la proximidad de la primavera.
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