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Por Sant Jordi de 1966, ahora se cumplen cincuenta años, se publicó el primer volumen de la definitiva Obra completa de Josep Pla, la de los manejables tomos rojos de la editorial Destino. Arrancó con un libro inédito que caracterizaría poderosamente en adelante toda la producción del escritor de Palafrugell, por la calidad y originalidad narrativa condensada en un aparente dietario de juventud, reescrito durante la vejez. El número 1 que lleva El cuaderno gris en la Obra completa no es únicamente ordinal, también cardinal. Designar a Pla mediante la expresión “el autor de El cuaderno gris” reconoce la prelación de este libro dentro de su torrencial producción. Desde las primeras libretas de apuntes de juventud, desde la primera inmersión profesional en el periodismo y la literatura a partir de 1920, Pla se lanzó a una activa reflexión sobre el estilo, el oficio de escribir, la actitud del escritor. Optó, a contracorriente, por un
proyecto alternativo al ruralismo modernista y el preciosismo novocentista. Se decantó por una prosa radicalmente antiretórica, de una laboriosa sencillez formal.
Por Sant Jordi de 1966, ahora se cumplen cincuenta años, se publicó el primer volumen de la definitiva Obra completa de Josep Pla, la de los manejables tomos rojos de la editorial Destino. Arrancó con un libro inédito que caracterizaría poderosamente en adelante toda la producción del escritor de Palafrugell, por la calidad y originalidad narrativa condensada en un aparente dietario de juventud, reescrito durante la vejez. El número 1 que lleva El cuaderno gris en la Obra completa no es únicamente ordinal, también cardinal. Designar a Pla mediante la expresión “el autor de El cuaderno gris” reconoce la prelación de este libro dentro de su torrencial producción. Desde las primeras libretas de apuntes de juventud, desde la primera inmersión profesional en el periodismo y la literatura a partir de 1920, Pla se lanzó a una activa reflexión sobre el estilo, el oficio de escribir, la actitud del escritor. Optó, a contracorriente, por un
proyecto alternativo al ruralismo modernista y el preciosismo novocentista. Se decantó por una prosa radicalmente antiretórica, de una laboriosa sencillez formal.
Emprendió muy pronto el reto balzaquiano de componer en prosa periodística, en lugar de hacerlo a través de la novela, la Comedia humana de su país y su siglo. Un retablo, un inventario de la época a través de una construcción del lenguaje y el estilo desde una perspectiva cotidiana, con un léxico despojado, una coloración gris y un tono voluntariamente menor, un punto de vista independiente y crítico, escéptico, inclinado al cinismo y la mordacidad, capaz de destilar uno de los edificios más importantes de la literatura catalana y castellana del momento.
Desde el prólogo de su primer libro de 1925, Coses vistes, expuso con contundencia el programa que seguiría toda la vida: “La literatura llamada noble, altisonante, meramente retórica y formal, vacía por dentro, basada en las habilidades del estilo, en los juegos de palabras, ha sido universalmente abandonada. El escritor persigue hoy la realidad, la maravillosa, enorme, misteriosa realidad que nos rodea y a la que damos vueltas, y solo es aceptada como verdadera aquella literatura que parte de lo real y busca su emoción entrañable”.
Aquel primer libro publicado per Pla a los 28 años, tras poco más de cuatro años del debut periodístico, tuvo un éxito inaudito. La primera edición se agotó en pocas semanas. La segunda apareció ornada por una faja promocional con la frase escrita por Josep Carner en su reseña del libro, publicada en el diario La Veu de Catalunya del 29 de mayo de 1925. La frase decía: “Por esta exhibición de conjunto de un moderno y viviente y formidable escritor hasta el tuétano, no me parecería nada exagerado que se disparasen veintiún cañonazos”.
Curiosamente, el joven y debutante autor ya pretendía en el prólogo que aquella textos recopilados eran “fragmentos de mis memorias definitivas”. Más curiosamente todavía, fue exactamente así. Cuarenta años más tarde incorporó repetidos fragmentos de Coses vistes a El cuaderno gris. El dietarismo fue mantenido por Pla en el volumen 12 de la Obra completa, Notes disperses, presentado como una continuación de El cuaderno gris, así como en otros volúmenes del mismo estilo: Notes per a Sílvia, Notes del capvesprol y Notes per a un diari.
El protagonismo reconocido a El cuaderno gris y la difusión comercial que alcanzaron los volúmenes de la Obra completa no impidieron que tanto el primer volumen como los demás se viesen muy mal editados. De entrada, la extensión oceánica, selvática, desbocada de su “diabólica manía de escribir” superó con mucho cualquier referencia nacional o extranjera. Las 30.000 páginas de los 47 volúmenes de la Obra completa publicada por Destino entre 1966 y 1992 no representan más que una parte del fenómeno. Anteriormente ya había publicado otras obras completas distintas en la editorial Selecta, así como los libros individuales que daban pie a ello y los miles de artículos periodísticos simultáneos en la prensa.
El grosor inaudito se acompañaba con otro hecho atípico: la reelaboración permanente de unos mismos textos, títulos, artículos y libros a lo largo de diferentes ediciones, sin que constase el origen ni la intervención que se producía de terceras personas, en particular su último editor, el traductor del castellano al catalán de los artículos originarios y el corrector de estilo.
Josep Pla pidió al editor Josep Vergés que su Obra completa se pareciera lo más posible a la colección especializada francesa de La Pléiade. El parecido se detuvo en el aspecto formal, sin la calidad de la revisión crítica. La colección que Pla ponía como modelo a seguir no tiene ningún autor con más de doce volúmenes (tan solo Voltaire llega a catorce, si sumamos los de correspondencia), La irregular Obra completa de Josep Pla en Destino tiene ¡47 volúmenes y 30.000 páginas!
Su grafomanía se materializó en condiciones anómalas de técnica editorial. Aunque hoy resulte difícil de imaginar, uno de los autores más prolíficos de la prensa y la literatura catalanas rechazó siempre el uso de la máquina de escribir, perfectamente implantada entre periodistas y escritores de su generación. Obligaba a los editores a asumir la transcripción a máquina de los originales para poderlos dar a los tipógrafos de la imprenta, quienes generalmente no admitían componer originales escritos a mano.
Mecanografiar su diminuta y tupida caligrafía pergeñada sobre cualquier tipo de papel suponía una interpretación por parte de terceras personas de palabras poco claras, una tarea que Pla no revisaba. A continuación el texto era nuevamente modificado por el corrector de estilo, a menudo de forma nada intranscendente, como se puso de manifiesto a partir del primer momento en que se pudieron encarar algunos originales manuscritos con las páginas editadas.
A la aparición de El cuaderno gris, Josep Pla y su amigo filólogo palafrugellense Jordi Pujol i Cofan detectaron 500 erratas en les páginas editadas en comparación con el manuscrito. Las hicieron llegar en privado al editor, que las corrigió en la segunda edición del volumen, en 1969. La negligencia de la editorial provocó que todas las reediciones posteriores se basaran de nuevo en la primera edición de las 500 erratas, hasta la cuidadosa revisión del filólogo Narcís Garolera editada en 2012. Este ejemplo se aplica igualmente a los demás tomos de la Obra completa.
Desde 1991 El cuaderno gris fue objeto de un revelador estudio de Lluís Bonada, reeditado en varias ocasiones. En 2014 el profesor Xavier Pla editó el facsímil del cuaderno gris originario, las libretas de anotaciones de juventud. El libre fundacional de la Obra completa de Pla ha sido traducido, en versión íntegra o fragmentaria, al castellano, francés, inglés, alemán, neerlandés, portugués, serbio...
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