13 dic 2016

Los «Monuments Men» de George Clooney crean escuela, algo tarde

El ejército británico ha decidido formar una brigada especial dedicada a la preservación de obras de arte en zonas de guerra, especialmente en el Oriente Medio, sobre la pauta de la que actuó durante la Segunda Guerra Mundial y que puso de actualidad la película del 2014 The Monuments Men, dirigida y protagonizada por George Clooney. El film relata el rescate del tesoro de obras de arte escondido por los nazis en retirada en la mina de sal austríaca de Altaussee. El guionista se hubiese podido fijar en una epopeya similar, de mayor alcance todavía, como fue la evacuación de las obras del Museo del Prado por la frontera pirenaica franco-catalana al final de la Guerra Civil española. Los bombardeos franquistas sobre el Museo del Prado
aconsejaron al gobierno republicano desde noviembre de 1936 trasladar a Valencia todo su patrimonio artístico.
En una segunda etapa, a finales de 1938, el delicado cargamento fue conducido a cuatro depósitos cercanos a la frontera francesa: el Castillo de San Fernando de Figueres, el castillo de Peralada, el municipio de Darnius y el sofisticado búnker subterráneo de tres plantas y cámara acorazada habilitado en la mina de talco Canta de La Vajol (Alto Ampurdán).
Este último lugar albergó asimismo el oro en lingotes del Banco de España y el tesoro en joyas y objetos de valor acumulado como patrimonio de Estado por confiscación o donación, tras un primer período almacenado y vigilado en las minas de La Algameca, cerca del puerto de Cartagena. 
La apresurada evacuación a Francia del tesoro artístico fue objeto de negociaciones de última hora en Perpiñán el 2 de febrero de 1939 entre los delegados del Comité Internacional para el Salvamento de los Tesoros Artísticos Españoles (integrado por 12 directores o delegados de los principales museos del mundo) y el ministro republicano Julio Álvarez del Vayo. El acuerdo se firmó el 3 de febrero en el castillo de San Fernando de Figueres, el mismo día que los bombardeos franquistas destruían la central eléctrica de la ciudad y afectaban a los sótanos del castillo donde se guardaban una parte de los cuadros. 
El traslado a Francia se llevó a cabo del 4 al 9 de febrero a bordo de 71 camiones cubiertos con lonas, conducidos por soldados españoles. El 4 de febrero los siete primeros camiones, procedentes del castillo de Figueres y de La Vajol, cruzaron por El Pertús. Al día siguiente franquearon la frontera 22 camiones más, procedentes de los depósitos de Peralada y La Vajol. Los días 6 y 7 de febrero la operación tuvo que ser suspendida por los bombardeos franquistas sin tregua. 
Los informes diarios de operaciones del Estado Mayor del Aire del ejército franquista atestiguan que los bombardeos sobre la zona comprendida entre Figueres y los pasos fronterizos pirenaicos se incrementaron durante las fechas del transporte del tesoro artístico y el éxodo de centenares de miles de republicanos, pese a que la resistencia de las baterías antiaéreas era prácticamente nula, así como puramente testimonial la capacidad de respuesta de los aparatos republicanos del aeródromo de Vilajuïga. Los mismos informes de operaciones precisan que la mayoría de aquellas acciones fueron a cargo de la Legión Cóndor alemana. 
El 8 de febrero pasaron nuevamente 26 camiones de la expedición del tesoro artístico por El Pertús y al día siguiente ocho camiones más. El día 9, los siete restantes cruzaron por Cerbère. El último vehículo, rezagado tras salir de Peralada, ya encontró la ruta de El Pertús colapsada por la aglomeración de fugitivos. Lo intentó por el vecino Coll de Lli, en La Vajol, debiendo transportar el cargamento a lomo de mulas en el tramo impracticable para el tráfico rodado. 
El contenido de los siete primeros camiones fue almacenado bajo custodia en un depósito de Le Boulou. El de los demás 64 vehículos, en el vecino castillo de Aubiry de Sant Joan Pla de Corts. Del 10 al 12 de febrero transportaron todas las obras de arte a la estación ferroviaria de Ceret, desde donde un convoy de 22 vagones precintados las hizo llegar al Palacio de la Sociedad de Naciones en Ginebra. Las obras evacuadas dieron pie a una exposición en la ciudad suiza. El 9 de setiembre de 1939 se reincorporaron al Museo del Prado, una semana después del inicio de la Segunda Guerra Mundial. 
La operación se ha visto minuciosamente narrada en el libro de Arturo Colorado y Alfonso Arteseros Éxodo y exilio del arte: la odisea del Museo del Prado durante la Guerra Civil (Ed. Cátedra, 2008) y, en cuanto a la parte catalana, en el de los profesores Francisco Gracia y Glòria Munilla Salvem l'Art! (Ed. La Magrana, 2011). 
No se perdió ni dañó de consideración ningún cuadro u objeto de arte de la expedición, rigurosamente controlada por los observadores internacionales. Por el contrario, el recibimiento francés del medio millón de republicanos españoles que cruzaron la frontera por aquellos mismos puntos y aquellos mismos días fue mucho menos cuidadoso, sin observadores internacionales que velasen por el trato dispensado a las personas. 
La odisea española de salvamento del patrimonio artístico durante la Guerra Civil no ha sido objeto, por el momento, de ninguna película con el presupuesto de The Monuments Men ni tampoco se la cita en la reciente iniciativa del ejército británico, aunque existió en dimensiones superlativas.

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