El escultor rosellonés Arístides Maillol tiene el insólito privilegio de ser el único con toda su obra monumental expuesta en permanencia en los céntricos jardines parisinos de las Tullerías. Son dieciocho grandes figuras femeninas generalmente desnudas, carnosas, repartidas en el primero tramo del parque que arranca en el arco de triunfo del Carrusel, frente a la pirámide de vidrio del Louvre. Es uno de los lugares de París más agradables, más civilizadamente concebidos y más visitados. La primera obra de Maillol colocada en las Tullerías fue en 1923 la versión en piedra de la célebre “Mediterránea”, hoy duplicada en bronce en sendos ángulos ajardinados, formados por dobles hileras de tilos con las copas cortadas en rectángulo, césped
entre los senderos de tierra y bancos de madera para sentarse. Otros ejemplares del tiraje de esta escultura se encuentran sobre la tumba del escultor en su casa-taller del valle de Banyuls y en el patio gótico del Ayuntamiento de Perpiñán.
entre los senderos de tierra y bancos de madera para sentarse. Otros ejemplares del tiraje de esta escultura se encuentran sobre la tumba del escultor en su casa-taller del valle de Banyuls y en el patio gótico del Ayuntamiento de Perpiñán.
En 1929 se incorporó a las Tullerías otra de sus esculturas, después de que el pudibundo Ayuntamiento de la ciudad de Aix-en-Provence rechazase el resultado del encargo que hizo al artista. Se trata de la versión en piedra del “Monumento a Cézanne”, que Maillol concibió como majestuoso desnudo femenino.
La degradación de ambas obras a la intemperie en el parque parisino aconsejó trasladarlas a finales de los años 40 al Museo Nacional de Arte Moderno. La antigua modelo y combativa heredera, Dina Vierny, propuso sustituirlas en el mismo lugar por el equivalente fundido en bronce o plomo. En 1959 encontró al interlocutor necesario en el nuevo ministro de Cultura, André Malraux. El escritor y ministro gaullista le ofreció un pacto resolutivo: "Usted me cede la obra, yo las Tullerías"...
El gobierno sufragó la fundición en bronce o plomo de las dos piezas guardadas en el museo y de todas las demás cedidas por la albacea, hasta dieciocho. La totalidad de las esculturas más importantes de Maillol quedaron expuestas para siempre en un espacio público de enorme prestigio. Las obras de ampliación del Grand Louvre hicieron variar ligeramente en 1997 el emplazamiento y el entorno ajardinado, no la permanencia de las piezas en el parque.
Ahora bien, a pesar del renombre mundial de las Tullerías, los monumentales desnudos femeninos de Maillol no lucen menos en su localidad natal. Banyuls no es menos evocador que las Tullerías, si se mira como lo hacía Maillol y se puede seguir haciendo hoy. París era su plataforma de conocimiento y proyección, Banyuls la inspiración nutricia.
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