10 ago 2020

El gozo exaudido del reencuentro con una palabra concreta, hija pródiga

Quienes trabajamos combinando palabras topamos a veces con una que nos causa especial gozo y nos alegra el día, igual que al buscador de setas con suerte. Reencontrar hoy la palabra “exaudir” me ha provocado una reacción de ternura alfabética, la fascinación inesperada de un instante revelador. Significa escuchar benignamente un ruego y conceder lo que pide, tal como la define el diccionario. Procede del latín “exaudire” y forma parte de todas las lenguas derivadas. Las aplicaciones pueden ser variadas, pero ahora no trato de analizarla, sino simplemente saborearla. Es probable que en la fascinación ante una palabra concreta, hallada al azar de una lectura, intervengan conexiones del subconsciente de cada uno. La
fulguración que me ha causado el reencuentro con la palabra “exaudir” no debe ser ajena a que corona la frase repetida tres veces al final del aria “Di Provenza il mar, il suol” de La Traviata, una de las más célebres arias de barítono del repertorio de Verdi.
El padre del protagonista, que huye de Provenza a París por amor de la cortesana Violetta, va a su encuentro, le recuerda las dulzuras de la tierra natal que ha abandonado y concluye: “Ma se alfin ti trovo ancor, se in me speme non fallì. Se la voce dell’onor in te appien non ammuti. Dio m’esaudì! Dio m’esaudì! Dio m’eusaudì!”.
He reencontrado la palabra en el libro del narrador Erri de Luca El más y el menos, con un cierto juego de manos del traducctor al catalán Albert Pejó en la editorial valenciana Bromera: “Como escalador sé que una cumbre alcanzada exaude un deseo en la misma medida mesura que lo agota. Mientras lo hace realidad también lo vacía. La ganancia y la pérdida coinciden. Ocurre asimismo con los libros y quién sabe cuántas cosas más. Queda el residuo convertido en cenizas de una lectura, de un deseo, que fertiliza al siguiente”.
Está bien dicho y bien traducido. Mi curiosisad lectora se ha visto exaudida.

0 comentarios:

Publicar un comentario