La calle mayor de la villa fronteriza de Ceret, que oficialmente se llama Boulevard Maréchal Jofre y la gente conoce por la Passejada, tiene un poco de todo en la esfera comercial, así como un reputado Museo de Arte Moderno y terrazas de cafés auténticamente catedralicias, como la del Grand Cafè, el Cafè de France y el Pablo. También tiene una pequeña librería. Aunque la gran superficie vecina de la Maison de la Presse venda libros, el pequeño establecimiento Le Cheval dans l’Arbre es la única librería con vocación literaria, incluso la única de esta clase en toda la comarca del Vallespir. La abrió en 1986 Michèle Cardonne y la regentaba desde 1997 Jean-Luc Pélissou. En el momento de jubilarse, el peligro de verla cerrar era inminente. Un centenar de clientes han aportado dinero para constituir la sociedad cooperativa que pueda pedir ayudas públicas y préstamos bancarios. La librería permanecerá abierta. Ya han contratado a la empleada que tomará el relevo, Béatrice Mesureur, hasta ara afinadora de pianos, con el sueldo mínimo interprofesional.
Siempre que voy a Ceret entro primero en la Maison de la Presse para abastecer a granel mi vicio de papel impreso. Acto seguido levito un rato en las mesas del Grand Café, bajo la bóveda vegetal de los plátanos centenarios. Finalmente me encamino a la pequeña librería Le Cheval dans l’Arbre como quien entra en una deliciosa caja de sorpresas y acaricia con la yema de los dedos la lámpara de Aladino. Nunca me ha fallado. Compré, por ejemplo, una edición francesa de la conferencia de Federico García Lorca “Juego y teoría del duende” que conservo con el convecimiento de una correlación entre el texto y el carácter luminoso de la pequeña librería que sobrevivirá gracias a los clientes.
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