Los hemanos Roca deciden bajar del Olimpo para ser normales

Siguiendo los pasos del fenómeno del restaurante El Bulli del cocinero Ferran Adrià en Cala Montjoi de Roses, consagrado como el mejor del mundo por la revista británica The Restaurant Magazine durante los cuatro años seguidos de 2005 a 2009, el Celler de Can Roca de los tres hermanos gerundenses recibió el mismo galardón en 2013 y 2015. Eran establecimientos dedicados a una carísima cocina experimental, con listas de espera para conseguir una reserva. El Bulli cerró y ahora los hermanos Roca anuncian que abrirán en el centro de Girona “un restaurante normal, en una esquina normal, de una ciudad normal”. El nuevo local se llamará Normal.
La declaración de principios resulta rotunda y sorprendente, sobre todo porque insinúa que la celebrada experimentación de la cocina anterior no era lo normal. El éxito mundial de ambos establecimientos gerundenses despertó la lógica admiración, a veces por la calidad que suponía y otras veces quizás también por un elitismo snob y excluyente. El retorno a la “normalidad” queda pendiente de valoración, aunque marca de entrada una estima por la calidad potencial de la cocina digamos de siempre.
Llevo mucho años defendiendo el mérito culinario de algunas viejas fondas del país, tratadas de forma muy secundaria por la cotización oficial. La cotización oficial se equivoca a menudo por ignorancia, por papanatismo, por interés o por el capricho voluble de la moda. La termita malsana de la opulencia corroe la flor de la victoria de esas fondas, las enturbia con un velo de desdén, pretende convertir la proeza de su supervivencia en anécdota marginal.
El secreto del dominio del fuego también se descubre esos hostales gozosos que contemplan al bies el avance de las fuerzas del progreso y releen cada día La Ilíada en sus menús con una agudeza sapientísima, tan admirable como los mejores restaurantes del mundo. Los hermanos Roca parecen admitirlo con la decisión de bajar del Olimpo.