25 ago 2018

Murciélagos, viñas, aviadores alemanes y coda final en el Motel

Paso a menudo por Garriguella (Alt Empordà) de camino hacia algún otro destino. Ayer fui expresamente. Deseaba satisfacer el viejo deseo de reencuentro con el colega garriguellense del diario La Vanguardia Josep Playà Maset en su salsa de origen y pegar ahí nuestra hebra interminable. De entrada surcamos a paso de carroza una de las carreteras secundarias más bellas del país, de Figueres y Vilabertran hasta Peralada y Garriguella. Nos esperaba la joven arquitecta garriguellense Adela Geli Anticó para hacernos pisar el objeto de su admirable estudio Recórrer la Garriguella fortificada. Desxifrant els búnquers: arquitectura i paisatge. No solo ha rastreado y explicado la increíble
cantidad de 380 búnkeres subsitentes en el término municipal, sino que junto con el joven biólogo Francesc Font les han ideado una nueva utilidad como refugio de murciélagos que combatan la plaga de la mariposa o polilla de la viña en las 300 hectáreas de este cultivo que suma el municipio.
La historia de los búnkeres resulta igualmente increíble, como línea de fortificación construida por el régimen franquista de 1945 a 1955 contra la eventual invasión militar desde Francia. Nunca fueron utilizados, salvo por los murciélagos, que solamente salen de noche. 
A continuación nos dirigimos a otro  vestigio insólito, la lápida a pie de carretera (foto adjunta) dedicada al aviador alemán abatido en este punto a bordo de su moderno Messerschmichtt Bf 109 por un aparato mucho más modesto Polikarpov I-15, conocidos como Chatos, de la aviación republicana. La lápida dice en alemán: “Aquí cayó el 6 de febrero de 1939 en la lucha por una España nacional Friedrich Windemuth, nacido el 27 de mayo de 1915 en Leipzig”. 
No dejaría de ser un hecho bélico como tantos otros, si a partir de la década de los años 1960 no hubiesen comenzado a aparecer unas sencillas flores anónimas al pie de la lápida y no se hubiese descubierto que las depositaba el piloto republicano Josep Falcó que derribó al aviador alemán. El origen del monolito puede ser tan fascista como se quiera, pero hoy encarna toda una lección de historia.
A la hora de comer nos dirigimos al Motel Empordà de Figueres, que es otra lección de historia vivísima, una concepción demostrada de coraje, belleza y virtud, un sistema de conocimiento vibrante, poético y visionario, una escuela de placeres del espíritu opuesta a supersticiones y rutinas con una sabiduría, una fuerza de expresión y una emoción que deriva de poner a prueba los mitos y explicarse la naturaleza de las cosas con los medios del mundo mental al alcance en cada momento, un templo contemplativo que podría proclamar en el pórtico la frase de Platón “Que nadie entre si no es geómetra” y hacerla entender en el plato con una claridad solar. Pronto llegarán los tordos.

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